Un profundo déjà vu en la ceremonia de los premios Gardel

Según la Real Academia Española, "mejor" es un adjetivo que refiere a aquello que es "superior a otra cosa y que la excede en una cualidad natural o moral".

El uso corriente que se le puede dar al término dependerá de la objetividad (natural) y la subjetividad (moral) ante el hecho. El mejor corredor de una carrera es el que llega primero. El dato subjetivo no entra en esa descripción. Michael Schumacher fue el mejor piloto de la Fórmula 1 entre principios de los noventa y mediados de la década siguiente porque ganó con autos Ferrari y Benetton siete campeonatos mundiales. No fue el mejor porque se le ocurrió a un grupo de fanáticos del automovilismo.

En las artes, el espectáculo o específicamente la industria de la música casi todo es subjetivo. Por eso nadie debe ofenderse si en los últimos cinco años el mismo artista gana tres veces el premio mayor de un galardón que es el principal estímulo a la actividad musical.

Sin embargo, un músico no es un corredor de autos que compite con otros. A lo sumo, compite contra sí mismo, pero eso tampoco tiene datos demasiado objetivos. Por eso, luego de que anteanoche Abel Pintos se llevó la tercera estatuilla dorada en cinco años de los Premios Gardel a la Música -sin cuestionar su talento ni la calidad de su último disco, 11, por el que fue galardonado-, quizá sea conveniente detenerse a pensar en la subjetividad de esa elección.

Aquí no hay dato objetivo; no se trata de la combinación del más potente auto y del conductor más hábil para ganar siete campeonatos mundiales. Se trata de un jurado que votó por la misma persona tres de cada cinco veces en el último lustro cuando la postulación inicial de esta última edición fue cercana a los 1500 álbumes y en la última ronda de selección se definió entre 46 rubros, a razón de tres discos promedio cada uno.

La victoria no es de quien llega primero a la meta, sino el resultado de la subjetividad de un jurado que entiende que la calidad artística del ganador es superior a la del resto, o, leído esto a la inversa, que no ha sido posible encontrar ni un solo disco "mejor" que el de este artista que es, justo decirlo, un prolífico publicador de álbumes. Dejemos de lado cualquier otra reflexión porque atentará contra el prestigio y la honestidad de estos premios. Será bueno tener esto en cuenta. Y será importante insistir en que el problema no es Abel Pintos, un cantante que es amado por tantos chicos y grandes y que ha hecho todo bien para llegar adonde llegó. Y...

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