Nuestros problemas comienzan con el dogma Montaigne

Michel de Montaigne

Michel Montaigne fue un hombre del Renacimiento, es decir, de la ruptura con el espíritu medieval de aplastamiento a las libertades individuales para subrayar la renovación y fortalecimiento de los valores de la antigüedad clásica en cuanto a la importancia de la persona frente al poder, en otras palabras, al renacer del humanismo. Estudió derecho en Touluse y sus posteriores actividades de juez, consejero, alcalde y parlamentario lo involucraron en trifulcas religiosas y cortesanas que alternaba con sus lecturas y escritos de sus célebres Ensayos que pudo recién finiquitar y publicar en 1588, luego de su retiro.

Fue amigo de Etienne de la Boétie quien escribió en su muy difundido libro titulado Discurso de la servidumbre voluntaria : "Son pues los propios pueblos los que se dejan, o mejor dicho, se hacen encadenar ya que con sólo dejar de servir romperían sus cadenas." Sin embargo, buena parte de lo que estampó con su notable pluma Montaigne se concentró principalmente en provechosos consejos en el contexto de la vida interior del hombre y desafortunadamente cuando se sale de ese territorio como en el tan citado capítulo 22 de la antedicha obra concluye que en las relaciones sociales "no se saca provecho alguno sin perjuicio para otro." Esto en la moderna teoría de los juegos se denomina suma cero y fue por lo que Ludwig von Mises en su tratado de economía de 1949 bautizó como "el dogma Montaigne".

Con razón Michel Montaigne confiesa en ese texto: "Mis conceptos y mi juicio avanzan a tientas, bamboleantes, tropezando y vacilando" una situación que a todos nos envuelve puesto que como ha explicado Karl Popper el conocimiento tiene la característica de la provisionalidad sujeta a refutaciones. Nunca se llega a un punto final, estamos inmersos en un proceso evolutivo de prueba y error.

En otros términos, en el caso que nos ocupa el autor ha dado pie para lo que probablemente sea la equivocación mayor de nuestra época: considerar que la pobreza de unos es debida a la riqueza de otros. A que en toda transacción lo que uno gana es porque otro lo pierde. Está muy instalada la peregrina idea de que lo que a uno le falta es porque a otro le sobra, pero en el mercado libre toda transacción libre y voluntaria inexorablemente significa que ambas partes ganan, por ello es que en los diferentes comercios las dos partes se agradecen luego de la transacción.

Tal vez la razón central de esta visión esté alimentada por el resentimiento y...

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