Los primeros 30 días con Inbox, de Google

Toda renovación tiene dos partes. Por un lado, la promesa de algo mejor. Por el otro, la implementación de esa promesa. En general, las renovaciones, si fracasan, lo hacen en este último aspecto. Con Inbox, sin embargo, Google parece haber fallado más bien en la promesa.

La propuesta del gigante de Mountain View fue la de renovar la forma en que usamos el correo electrónico. Mi primera reacción, cuando me llegaron, juntas, la invitación y la noticia, fue de entusiasmo. Unos 20 segundos después me dije: "Esperen, ¿qué es lo que hay que renovar?"

La promesa exponía dos problemas. El primero, que el correo electrónico, , sigue siendo muy eficiente y 100% estándar. Hagamos 99 por ciento. OK, 90% estándar, pero eso es muchísimo más que todos los otros sistemas de mensajería juntos.

El segundo problema es que no hay una sola forma de usar el mail. No es lo mismo el que recibe 2500 mensajes por semana que el que recibe 12. No es lo mismo el que recibe sólo promociones y newsletters que el que tiene una bandeja de entrada más o menos tan imprevisible como un caniche toy bajo los efectos de psicofármacos. No es lo mismo el que trabaja mayormente con el correo que el que lo tiene como una herramienta secundaria. Hay personas que miran el correo una vez por semana, y las hay que lo hacen 30 veces por minuto.

Dicho más simple, si el plan del buscador era renovar el correo electrónico debería haber lanzado dos docenas de herramientas, una para cada tipo de usuario. O una capaz de adaptarse a cada estilo personal. En ese sentido, Inbox contiene un número de aciertos. El principal es que es adaptable. Pero, a mi juicio, no lo suficiente. Como se verá enseguida, sin embargo, las opiniones están divididas. Es lógico.

¿Borrón y cuenta nueva? Nah

La primera impresión que tuve con Inbox fue de total estupefacción. había logrado, una vez más, el efecto wow. El asunto era si Inbox podría sobrevivir al efecto wow.

Me propuse usarlo durante las siguientes semanas, sin volver a la bandeja tradicional (ya saben, soy un tipo optimista), y, no habiendo leído todavía el manual del usuario (no escarmiento más), seleccioné varios correos y busqué el botón Borrar. No había botón Borrar. Por supuesto, no di crédito a mis ojos. Busqué por todos lados, incluso debajo de la cama y en la alacena, pero no, no había botón Borrar.

Quizá cuando aparezca esta columna Google ya haya decidido añadir un botón Borrar a Inbox, porque casi todas las reseñas se quejan de lo mismo. Es...

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