Primeras lecciones de los comicios en Estados Unidos

La reciente elección de mitad de mandato en Estados Unidos ratifica que los sondeos de opinión pública suministran una notable riqueza informativa para elaborar diagnósticos de cara a procesos electorales (la imagen de determinados líderes políticos, las prioridades de una sociedad en un momento determinado), enriquecer las propuestas y la narrativa de los contendientes e identificar las fortalezas y debilidades de los rivales. Son fundamentales para mejorar la comprensión de los complejos fenómenos democráticos, con problemas y personajes que irrumpen y requieren ser estudiados en profundidad. Sin embargo, no sirven para la imposible tarea de calcular ex ante, aun con un margen de error razonable, el resultado de una elección. Por eso, no fallan "los sondeos", sino quienes les exigen algo que no pueden hacer. Es como esperar que una radiografía o una tomografía computada predigan la evolución de un paciente que sufre una patología determinada, cuando su función es ayudar a que un especialista elabore un diagnóstico. El viejo error de pedirle peras al olmo.

El pasado martes, contrariamente a lo que muchos suponían, no hubo una "ola roja" (un vendaval de votos a favor de los republicanos), pero sí un triunfo claro del GOP en la Cámara baja. Las expectativas de un resultado muy abultado quitaron trascendencia a una nueva derrota oficialista que siguió la tendencia sistemática de la gran mayoría de los comicios (en América Latina, la última vez que ganó el incumbente fue en Paraguay en 2018, aunque el precandidato del por entonces presidente Horacio Cartes había perdido las primarias con el actual mandatario, Mario Abdo). Los estrategas comunicacionales demócratas tuvieron la picardía de convertir una caída electoral en la Cámara de Representantes en una victoria simbólica. Aun así, la administración Biden logró la mejor elección de mitad de mandato en dos décadas, incluida la gestión de Obama, a quien recurrieron en los últimos tramos para vigorizar la campaña e inducir a participar a votantes propios enojados con la economía y las prestaciones de un gobierno que los había decepcionado. En esos segmentos parece haber funcionado el miedo a los deslizamientos autoritarios que podría haber implicado un triunfo republicano más rotundo.

Quedan pendientes la elección del senador por Georgia, que se definirá en segunda vuelta a comienzos de diciembre, y la del gobernador de Arizona, con una leve diferencia a favor de la demócrata Katie Hobbs sobre...

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