El primer mes de un equilibrista en la Casa Rosada

La mayor crítica que se le ha hecho a Alberto Fernández tras ha sido que intentó ocultar un ajuste bajo el disfraz de la solidaridad. Paradójicamente, su mayor acierto en este período pudo haber pasado por exhibir voluntad de pago de la deuda y desalentar las fuertes expectativas de un default con las que había iniciado su carrera final hacia la Casa Rosada. Y, mal que nos pese, parte de este éxito se explica por aquel ajuste fiscal, que hasta ahora será hecho por los pagadores seriales de impuestos y no por la burocracia estatal.El actual presidente aprendió del fracaso de la gestión de Mauricio Macri que las medidas más duras hay que tomarlas de entrada. Aunque la celeridad que mostró para ajustar a sectores altos y medios, al campo y a no pocos jubilados no la ha mostrado para congelar los sueldos de todos los funcionarios y las jubilaciones de privilegio o para eliminar la exención del impuesto a las ganancias de la que gozan los jueces. Habrá que esperar hasta febrero para ver si el nuevo oficialismo logra imponer algo de esto en el Congreso.Hay contradicciones evidentes respecto del peso del ajuste. Mientras que cualquier trabajador del Estado que perciba un sueldo de hasta 60.000 pesos recibirá un bono de 4000 pesos, ningún jubilado que cargue con el pecado de recibir al menos 20.000 pesos se hará acreedor a esa suma fija. ¿Es eso solidaridad? Sacarles a algunos jubilados ordinarios -no de regímenes privilegiados- para pagarles más a quienes perciben el haber mínimo nunca ha sido una buena idea. Termina siempre, como en tiempos de Néstor y Cristina Kirchner, achatando la pirámide de ingresos jubilatorios, haciendo que cada vez más jubilados y pensionados pasen a ganar la mínima y provocando más litigiosidad por la vía de demandas contra el Estado. El mecanismo es doblemente injusto, por cuanto beneficiaría a un alto porcentaje de jubilados que no hicieron aportes al sistema previsional y perjudicaría a quienes aportaron toda su vida.Aun así, podría decirse que Alberto Fernández la sacó barata. Por nada que se pareciera a la suspensión de la movilidad jubilatoria, a Macri le hicieron una pueblada hacia fines de 2017. El actual presidente se ha manejado con una picardía y habilidad comunicacional que no ostentó la gestión macrista. También ha sabido aprovechar su luna de miel, aunque esta puede estar llegando a su epílogo según encuestas del propio Gobierno.Normalmente, la imagen positiva de un presidente se ubica, en los primeros...

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