Pretensión de normalidad, miedo a la traición y pánico al aburrimiento

Miedo al aburrimiento

No es la primera vez que la política argentina se entrevera con la cuestión del aburrimiento . Hace poco más de dos décadas, Antonio Cafiero, abuelo del actual jefe de Gabinete de Ministros, planteó el tema también en una campaña electoral con una hipótesis que para muchos resultaba perjudicial: instaba a imaginar "un domingo de invierno, con lluvia, sin fútbol y con De la Rúa como presidente de la Nación". Esto inspiró una de las campañas publicitarias más recordadas alrededor de un candidato: "Dicen que soy aburrido", repetía Fernando frente a cámaras, para luego contrastar los valores y las propuestas de la Alianza con la desgastada imagen de Carlos Menem y su gobierno, cuyo canciller, Guido Di Tella, había afirmado poco antes en Nueva York, haciendo gala de su ironía: "Luego de 10 años y 6 meses en el poder, los argentinos están aburridos de nosotros, por lo que hace falta un cambio. Hasta yo debería cambiar mis chistes, porque también ya comenzaron a aburrirme".

En estos 22 años pasaron demasiadas cosas, la mayoría muy negativas: la pobreza y la marginalidad aumentaron a escala sideral; el país entró en una dinámica de creciente aislamiento y autodestrucción, desacoplándose del mundo desarrollado y democrático en términos de tendencias, debates y aspiraciones; nuestra cultura política se deterioró como consecuencia de fuertes divisiones ideológicas, cognitivas y también personales, que profundizaron una de las características más notables de nuestro sistema político: la enorme desconfianza existente entre sus principales líderes. Sin embargo, las connotaciones negativas del aburrimiento se han mantenido, resurgiendo en este caso como fruto de una singular comparación realizada por Sabina Frederic.

En el contexto de una de las campañas electorales más decadentes que recordemos, en la que predominan gritos , insultos, groserías, errores no forzados y mensajes desconcertantes (reflejo de un sistema político estable pero extremadamente mediocre: como ocurre con el manejo de la pandemia, hubiese sido imposible explicar que la política argentina fuese capaz de hacer las cosas medianamente bien), la titular de la cartera de Seguridad afirmó que podría ser más entretenido vivir en medio de la inseguridad que en la supuestamente aburrida Suiza. Si nos guiáramos por las cifras, cualquier comparación en términos de ingreso o bienestar deja muy mal parado a nuestro país, situación que se extiende cuando se analizan variables...

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