Las presiones que agitan a Alberto Fernández después de los festejos

Después del clímax electoral, la política argentina vive en una burbuja de sosiego. Sonrisas entre adversarios, modales suecos, un mercado cambiario quieto a fuerza de un cepo de hierro, bancos sin colas y un presidente electo con tiempo para entretenerse con teorías sesentistas de dominación cultural.La ilusión de calma se difumina puertas adentro de los despachos del nuevo poder. Empresarios, políticos y sindicalistas que vieron a Alberto Fernández después del triunfo del domingo pasado describen a un presidente electo con un diagnóstico sombrío de la situación que le tocará enfrentar. Un hombre que cuando dice que "los años que vienen no serán fáciles" no está solamente abriendo el paraguas."Tiene claro que no hay soluciones rápidas a mano", explica un dirigente que estuvo con Fernández tres veces esta semana. A la herencia económica -recesión, inflación, sequía de dólares, deuda acuciante- se le suma un contexto internacional adverso y el desafío político de gestionar las expectativas de quienes lo votaron.Como el mejor alumno de la escuela de Néstor Kirchner, Fernández administra el poder de manera radial. Casi nadie conoce por completo el programa que piensa aplicar cuando asuma el gobierno, si es que lo tiene ya. Solo él sabe el nombre del ministro. Ni siquiera se lo dijo al elegido. Por el momento la premisa que se impone es parar el reloj.El pacto económico y social que sigue negociando con sindicalistas y empresarios podría darle algunos meses para ofrecer dosis de alivio y estabilidad mientras tantea las aguas que navega. Siempre que consiga limar las desconfianzas que la idea empieza a generar entre los industriales. Prepara leyes para aliviar a las pymes y cambios impositivos que no alcanzan a calificar de "reforma fiscal".Las salidas al laberinto son todas traumáticas. No puede endeudarse. Recurrir a la emisión -y no parece tener más remedio que hacerlo- lo expone al peligro de profundizar la fiebre inflacionaria. La supersoja es un recuerdo en sepia. No quedan joyas por vender. Y Vaca Muerta -ese sueño de salvación- está paralizada a la espera de reglas claras y un horizonte económico razonable para la inversión. Fernández cuenta a su favor con la ventaja de la experiencia ajena. Dicen en su entorno que tiene muy presentes los errores estratégicos de la primavera de Mauricio Macri: aquella confianza fundacional de que su solo ascenso al poder acomodaría una realidad endiablada y la convicción de que blanquear la magnitud de...

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