Un presidente vicario, pero con carácter

Tiempo de campaña, momento de zancadillas inesperadas. Los principales candidatos presidenciales pisan con cuidado el terreno para no tropezar con un cisne negro explosivo que los haga saltar por los aires.Mientras al candidato oficialista, el mismísimo presidente de la Nación, le tocó una semana a pedir de boca, codeándose con los gobernantes más poderosos del planeta en la Cumbre del G-20 en Japón y rematando con un potente acuerdo con la Unión Europea, su principal competidor, , tuvo unos días ajetreados y no exentos de sobresaltos y polémicas.Sorteó bien dos imputaciones bastante tiradas de los pelos y que apuntaban más a lo personal: la primera relacionada con los ; la segunda, por la en la que se lo ve como defensor de un miembro del nefasto clan Puccio. Sorprendió que el primer tema surgiera justo cuando lo entrevistaban comunicadores supuestamente progres. Fernández se sacó el prejuicio de encima rápido, aunque sonó innecesario que aclarara que su hijo "es un hombre sano", "trabaja en una compañía de seguros" y "tiene novia". Estanislao es drag queen y, entre otros, encarna a personajes femeninos del cómic. En cuanto al otro tema, Fernández fue defensor oficial. Nada más que aclarar. No obstante, ambos asuntos empezaron a ser agitados principalmente en las redes sociales con propósitos aviesos en busca de horadar su imagen.Pero Fernández tiene problemas mucho más graves que parten de la propia concepción de su candidatura presidencial, gestada en una perversa anomalía institucional: quien lo secunda en la fórmula es la líder de su espacio (ergo, su jefa), que lo eligió a él, y no al revés, y que hace sentir fuerte su supremacía en las decisiones cruciales de esta etapa: el dedazo cristinista eligió unilateralmente a los candidatos a gobernador y vice bonaerenses y tampoco le dio participación a Alberto en la confección de las listas de candidatos rebosantes de camporistas.No mencionarlo ni una vez en la presentación de su radicalizado libro en Rosario recordó los ninguneos de 2015 que le prodigaba entonces al candidato de su espacio, Daniel Scioli, que perdió en segunda vuelta, entre otras razones por sucesivos maltratos como los que ahora la multiprocesada senadora empezó a aplicar con cuentagotas al que pretende convertir en su delegado a cargo del Poder Ejecutivo. Si ganan, ella comandaría el Congreso (personalmente como titular del Senado; Máximo haciendo pesar su fuerza heredada en Diputados). ¿Y qué pasará, mientras tanto, en...

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