La Presidenta se fue a la guerra

La Presidenta es la comandante en jefe de la guerra. Ella ordenó personalmente a Julio Alak, ministro de Justicia, que echara a jueces a golpes de micrófonos. Ella quebró cualquier intento de negociación entre la mayoría y la minoría en el Consejo de la Magistratura para designar un juez en la causa más sensible para el Gobierno. Ella volvió a usar la cadena nacional de medios audiovisuales (que había soslayado desde el 13 de septiembre) sólo para recordar el tercer aniversario de la ley de medios. En un país con crecientes problemas económicos y sociales, Cristina Kirchner ha hecho de su conflicto contra el Grupo Clarín el centro de su vida y de su poder. El fragor de esa guerra, como en cualquier guerra, no tiene códigos ni medidas.En su último sermón sobre el 7 de diciembre, la Presidenta dio por descontado que la Justicia no hará nada antes de ese día de provocadores presagios. ¿Cómo lo sabe? ¿Quién se lo aseguró? La Justicia tiene tiempo todavía para dictar una sentencia, en primera instancia, sobre el fondo de la cuestión o para ampliar la cautelar que protege las propiedades de Clarín. El fondo de la cuestión es la constitucionalidad o la inconstitucionalidad del artículo 161 de la ley de medios, que obliga a ese multimedio a una rápida desinversión. Cualquier decisión en primera instancia sobre el fondo del planteo podría ser apelado ante la Cámara Federal Civil y Comercial y, por lo tanto, quedaría en suspenso la aplicación de ese artículo.Los jefes de una guerra no piensan en la adversidad o, al menos, no transmiten esa alternativa. El problema se agrava, sin embargo, cuando las cosas pasan de las palabras optimistas a los hechos agresivos. Cristina mandó a su jefe de operaciones, Alak, a cuestionar brutalmente a un juez en la propia sede del Consejo de la Magistratura y en la misma sala donde se reúne formalmente ese cuerpo. La función institucional del Consejo es ser independiente del Poder Ejecutivo, aunque en su composición exista, como existe, una mayoría oficialista y una minoría opositora. El juez atacado fue Raúl Tettamanti, que estaba interinamente a cargo del juzgado que tiene la causa del Grupo Clarín. Tettamanti no responde al Gobierno, y ése fue, en síntesis, su pecado. Renunció denunciando que él y su familia habían sufrido "violencia moral". Nadie explicó si esa referencia a su familia fue la confirmación de una versión que dice que su hermano, un almirante retirado, recibió la amenaza de que sería querellado por presuntos delitos...

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