La Presidenta y los desgarros de un país inviable

"Mirá lo que hiciste, sos una vendida a Clarín", repetía como un mantra Juan Cabandié . No quería escuchar argumentos ni entrar en diálogo con la mujer que amablemente se le había acercado para conversar un rato. Norma Morandini estaba por embarcar hacia Córdoba cuando vio al "muchacho" de La Cámpora junto a un grupo de pasajeros en tránsito. Y no pudo en ese momento crucial sino pensar en la aflicción que le había provocado la noticia de que la militancia kirchnerista seguía haciendo murgas y asados en el predio donde alguna vez funcionó la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA). Cabandié acababa de aplaudir públicamente esas fiestas, que para Norma y muchos otros luchadores por los derechos humanos constituyen una banalización profanadora. "No bailen sobre la tumba de nuestros muertos", había declarado Morandini. Sus dos hermanos, Cristina y Néstor (inquietantes nombres que baraja el destino) fueron secuestrados y permanecen desaparecidos, y ella misma tuvo que exiliarse, pero jamás demostró por ello revanchismo ni practicó el marketing de la época. Siempre tuvo, como periodista y legisladora, una actitud serena y doliente, y propugnó una justicia reparadora y una política humanista despojada de partidismo y mendacidad. Pero el día anterior a ese cruce en el Aeroparque había impulsado sobre tablas un proyecto de declaración para repudiar los hechos y los senadores del Frente para la Victoria, con gran picardía, se habían ocupado de mandar el asunto a comisión, es decir, a vía muerta.

El aeropuerto estaba atestado y Norma tuvo la precaución...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR