Presentación

• Autor: José Daniel Cesano
• Páginas: 8-9

PRESENTACIÓN

Estos no son los mejores tiempos para el Derecho Penitenciario. Si hubo una época

en que las reformas a la ley 24.660 se mostraron oscilantes —ya que hubo picos de

intolerancia (V.gr.Ley 25.948), pero existieron también momentos en donde se

concretaron medidas tendentes a que la pena privativa de libertad se transformase en

un instrumento adecuado para la reinserción (p. ej. Ley 26.695)—, con la ley 27.375,

todas las esperanzas se han desvanecido.

Hoy estamos presenciando el deceso de un sistema normativo —el que se

sancionara el 19 de junio de 1996— que, pese a algunas falencias, se había modelado

bajo el influjo de una reforma constitucional (la de 1994), que había abierto las puertas

a una serie de instrumentos internacionales de Derechos Humanos, que

indudablemente repercutieron en aquel cuerpo legislativo. Una ley que, al menos,

intentó ser modificadora de prácticas antiguas y de realidades dolorosas.

Las exasperantes exclusiones por categorías de delitos, en relación a los derechos

propios del período de prueba o de instituciones de liberación anticipada (Libertad

condicional y Libertad asistida), nos demuestran que, la individualización del

tratamiento se ha transformado en una aporía. En suma: el derecho penal del enemigo

ha terminado por anegar el ámbito de la ejecución penal y, pareciera que los terrenos

del neopunitivismo, se resisten a absorber aquellos desaciertos; generando un pantano

punitivo en donde, todos quedan atrapados.

Frente a este cuadro, la academia debe asumir una actitud comprometida. Y si los

legisladores que sancionaron la ley 27.375 son un ejemplo impúdico de

irresponsabilidad política, quienes estudian el Derecho penitenciario y quienes lo

aplican, debenaunar esfuerzos para intentar morigerar los terribles efectos de una

modificación legislativa, mal pergeñada y peor redactada.

Estos comentarios aspiran a brindar algún elemento útil para esta tarea; que no es

otra que la de intentar deconstruiraquel lamentable estado de cosas.

Esto urge más que nunca por cuanto, si bien la disposición del artículo 2° del

Código Penal, permitió prolongar la vigencia de la vieja ley, el paso del tiempo hace

cada vez más patente los devastadores efectos de la reforma; que, actualmente (y salvo

el caso de penas muy largas, que se refieren a hechos ocurridos hace mucho tiempo) ya

se está aplicando directamente.

Es necesario que los operadores judiciales tomen conciencia de su rol, rechacen los

agravios injustificados de losmass mediay logren imponer cierta cuota de

racionalidad. Si estos comentarios son útiles para ello, indudablemente habremos

logrado nuestro propósito.

Este libro es un trabajo en equipo. Indudablemente, las obras colectivas corren el

riesgo de ser desparejas. Para evitar estos peligros, comenzamos por diseñar un

protocolo para los coautores tendentes a unificar formatos y estilos. A ello se sumó,