La prensa libre, eterno enemigo del kirchnerismo

Cuando se haga un balance del desquicio institucional de la última década, pocas instituciones públicas saldrán mejor paradas que la (ADEPA). Se podrá decir que estuvo alerta, desde el primer momento, sobre los peligrosos antecedentes políticos de los gobernantes provenientes de Santa Cruz y de la forma en que activarían todos los instrumentos posibles, legítimos sobre todo y de los otros, a fin de satisfacer una voraz acumulación de poder.El documento aprobado por la de la citada asociación de diarios, que acaba de concluir en Jujuy, ratifica mucho de lo que ha expuesto a lo largo de estos años, como la afirmación de que ésta ha sido la década con más ataques sistemáticos a la libertad de prensa desde la restauración democrática de hace treinta años. El problema de base ha sido, como observa esta institución, una concepción que desconoce el papel del periodismo en la democracia y considera a la prensa "como un enemigo a derrotar".Un gobierno que se ha peleado con todo el mundo, tanto aquí como en el exterior, no podía tener precisamente las mejores relaciones con los medios de comunicación que actúan con la voluntad de hacerlo libres de tutelas oficiales y con el suficiente coraje cívico de plantarse ante las bravuconadas oficialistas. Lo que la experiencia política y de psicología social no podía haber previsto, después de la amarga sucesión de gobiernos autoritarios en la segunda parte del siglo XX, ha sido el grado de enajenación con la cual los medios y los periodistas desafectos a la conducción gubernamental serían perseguidos sin pausa alguna. Que un burdo afiche cayera por años desde las oficinas de la Secretaría de Comercio, con la pretensión de inculcar que un medio "miente", ha sido uno de los capítulos, no el único, de lo que algún día se catalogará como páginas de curiosidades antológicas de la relación entre el poder y la prensa.ADEPA ha tomado nota de una novedad reciente. Se trata de la leve atenuación habida en el contacto de la Casa Rosada, absolutamente inexistente por largo tiempo, con la prensa y las instituciones que la representan. Desde luego que la sola mención de una "atenuación" revela la persistencia de una enfermedad cívica sobre la cual no hay mayores razones para suponer que ha de mejorar aún más hasta el momento en que se produzca un verdadero cambio en la dirección del país. Si es que fuera correcto decir que hay rumbo alguno, en medio de la persistente desorientación en que el campo, la industria, el comercio, los...

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