Prejuicios y discriminación

El domingo de las elecciones nacionales se viralizó la foto de una autoridad de mesa en el partido bonaerense de Moreno con alusiones a su vestimenta junto con la advertencia de que se podía tratar de un delincuente. Asociar un atuendo con un comportamiento constituye una señal peligrosa, cargada de prejuicios instalados en vastos sectores sociales y cuyo efecto inmediato es la discriminación.Lamentablemente, son muchos los que caen en la necedad de clasificar a las personas por su color de piel, su corte de pelo, su ropa, su religión o su origen. Distintos segmentos de la sociedad reflejan ser víctimas de estos prejuicios, que deberíamos desterrar y que no tienen justificativo en ningún ámbito. Por ejemplo -erróneamente, ya que las estadísticas lo desmienten de forma categórica-, se sugiere que los índices de delincuencia han crecido debido a la afluencia de inmigrantes de países sudamericanos.Al aplicar el mismo mecanismo, se demoniza a quienes gozan de cierto prestigio social en función de los años de arraigo familiar en el país o debido a su participación en la historia, denostándolos con la calificación de "oligarcas" cuando en realidad esta palabra cuadra con mayor precisión a regímenes familiares políticos vitalicios enraizados en provincias sumidas en el atraso o la pobreza por la falta de una sana renovación democrática, o también a dirigencias sindicales, muchas también perpetuas, encaramadas y enriquecidas desde el control de organizaciones de los trabajadores que regentean como si fueran empresas privadas propias.En una misma bolsa y sin fundamento caen los esforzados productores agropecuarios, muchos de ellos laboriosos chacareros, modelo de eficiencia y competitividad, también desacreditados como pertenecientes a la "oligarquía", mote con el que también se descalificó a quienes concurrieron masivamente a las manifestaciones de apoyo al oficialismo actual, así como también, desde la otra vereda, se denigra a los que concurren a los actos de la coalición triunfadora.Muchas veces son lamentablemente las propias dirigencias las que, desde la palabra o desde los hechos, contribuyen a abonar ese peligroso e indeseado clima de división, resentimiento y prejuicios. Potenciados ahora por las nuevas tecnologías, se recurre también para estos fines a la difusión de informaciones falsas y a la propagación de estereotipos en un afán por fomentar resentimientos y odios.Hasta qué punto podemos equivocar el rumbo al simplificar y creer que se...

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