Su pregunta sí molesta

La Presidenta no está acostumbrada a y cuando, infrecuentemente, se topa con una, lo vive como un padecimiento personal o una insolencia. Y , con indisimulable mal modo.Esta semana que pasó volvió a suceder lo que hace unos años le ocurrió a Mariano Obarrio cuando se ofuscó porque el periodista de LA NACION la interrogó sobre lo que entonces era sólo una inquietud que el tiempo después confirmó: la pérdida de autonomía del Banco Central.Pero lo que pasó el martes último es más grave porque el maltrato presidencial -esta vez contra la colega de Clarín Natasha Niebieskikwiat por preguntar por los intentos de La Cámpora de correr de Aeroparque a la empresa de aviación chilena LAN- fue en presencia de una mandataria extranjera.Los hostigamientos desde la cúspide del poder hacia la prensa se han vuelto tan recurrentes que ya no llaman la atención. Sólo que al hacerlo ante personalidades de otros países es inevitable sentir vergüenza ajena. Porque, además, los enviados que cubrieron la visita comentaron el blooper presidencial en sus respectivos medios, lo cual redunda en una mala imagen del país.Hace dos años, la Presidenta también se incomodó por ciertas preguntas de los estudiantes de las universidades de Georgetown y de Harvard. Es un clásico que se repite.Resulta inconcebible que con tantos años en la arena política, la jefa del Estado siga enojándose con tanta facilidad. Son tan contadas las conferencias de prensa que ha brindado en sus siete años de presidenta y, en cambio, son tantos los monólogos que pronunció frente a audiencias complacientes y aplaudidoras, que la falta de training en el diálogo y en la administración del disenso la llevan a dramatizar estos intercambios tan habituales en las democracias modernas. Es una pena que ni ella ni sus asesores hayan podido reflexionar que esos comportamientos extemporáneos, lejos de amedrentar la natural curiosidad inquisitiva de los periodistas, sólo lastiman su perfil público, al mostrarla autoritaria y poco tolerante.Cristina Kirchner ya ha dado sobradas pistas de qué tipo de periodismo acepta y prefiere. Una pauta la dio en Desde otro lugar, el fugaz ciclo de entrevistas que protagonizaba. Allí aceptó de buen grado las preguntas que no la cuestionaban y le permitían glorificar su pasado y su presente (en las dos primeras emisiones, a cargo de Hernán Brienza) o las que le proponían repasar menudencias (en la última, con el chimentero Jorge Rial de preguntador). Luego puso como ejemplo del...

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