Precios justos, dispares, inciertos e incomprensibles
Ilustración Scibona
Sólo en el terreno del absurdo podría entenderse que los decimales sean el eje del discurso del Gobierno sobre la inflación mensual y se celebre que a nivel interanual no haya alcanzado los tres dígitos porque en 2022 cerró apenas 5 puntos más abajo (94,8%), en buena medida por el freno de los precios de la carne debido a la sequía.
Este "objetivo cumplido" por el ministro de Economía -en palabras de la inefable vocera presidencial- deja de lado que el índice de precios al consumidor batió el récord de los últimos 32 años y resultó el quinto más alto en el mundo (detrás de Venezuela, Líbano, Siria y Sudán), mientras las proyecciones privadas para 2023 lo ubican en 98,4% según la última encuesta de expectativas (REM) del Banco Central .
Con estas sobreactuaciones, a las que seguramente se sumarán otras durante el año electoral, el marketing político hace aparecer al Gobierno más alejado de la realidad frente al principal drama económico y social de la Argentina.
Quizá los mensajes oficiales de "menor inflación" busquen aprovechar el clima creado por el boom en los principales centros turísticos del país -que ciertamente abarca a una proporción minoritaria de la población- e inyectar algo de optimismo tras la transitoria mejora de ingresos que significó el medio aguinaldo de diciembre para menos de la mitad del total de trabajadores; o los refuerzos de suma fija otorgados a jubilados con haberes mínimos y a un porcentaje mucho menor de asalariados formales e informales, que equivalen a un par de compras semanales en supermercados.
Pero alguien debería explicar sensatamente cuál sería la diferencia entre 95 y 100% de inflación anual en la vida cotidiana de la gran mayoría de argentinos, que consumen lo que pueden y no lo que necesitan en medio de una enorme disparidad de precios, incluso para un mismo producto o servicio privado. En el IPC de diciembre abundan los rubros con alzas interanuales de tres dígitos (ropa y calzado; frutas, verduras y hortalizas; pan y cereales; lácteos y huevos; azúcar, chocolates y golosinas; bebidas alcohólicas; servicios de mantenimiento; medicina prepaga; restaurantes y hoteles y cuidado personal).
Una inflación de esta magnitud provoca estragos sobre los ingresos de la población. Un informe de la Fundación Capital revela que el 18% de los asalariados formales están por debajo de la línea de pobreza y esa proporción se eleva al 45% en los informales. A su vez, otro del Iaraf calcula que en...
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