Del Potro no estuvo a la altura

NUEVA YORK.– Sigue sin brillar. Sin jugar bien. Se cae, se levanta, vuelve a trastabillar. Es un león y, de pronto, resulta domesticado. Sufre contra Lleyton Hewitt, un viejo guerrero, una derrota dolorosa y queda eliminado en su tierra favorita. Adiós Nueva York. Se inclina en la segunda rueda del mágico US Open frente al australiano por 6-4, 5-7, 3-6, 7-6 (7-2) y un lapidario 6-1, sellado con una doble falta de la Torre caída, como en una desigual pieza de ajedrez. Son 4h03 minutos de adrenalina.Hay que viajar en el tiempo: la última derrota de Delpo en la segunda de un Grand Slam resultó en Australia 2011, ante Marcos Baghdatis, por 6-1, 6-3, 4-6 y 6-3. Y aquí perderá valiosos puntos en el ranking, ya que en 2012 había llegado a cuartos.El tenis, a veces, ha sido creado para sufrirlo. Para odiarlo. Delpo debió estar sintiendo algo así durante la primera parte del encuentro: el australiano, impertinente como pocos, le juega con slice a Delpo; lo hace bajar, con lo que tanto le cuesta. La Torre baja a tierra sin fluidez el revés a dos manos: combina un slice dócil, timorato, fácil de atrapar. ¡20 errores no forzados de Delpo contra 5 del australiano! Hewitt no parece de 32 años: es un pibe entrometido, inteligente, astuto, que le cambia los ritmos, lo mueve. Lo desnuda.Pero el viejo zorro es, también, un antiguo pirata sin navegante: cuando debe dar el zarpazo, volantea y trastabilla sobre la banquina. Delpo zafa un set point por una doble falta rival y arremete. Huele las heridas. Quiebra y arrebata el decisivo segundo set. Ahí surge otro Delpo. El mismo cuerpo, con otra mirada. De aquellos ojos amistosos, casi admirados, a estos ojos violentos. Furiosos deseos de recomponerse. De dejar de agacharse; de levantarse y mirar al viejo sabueso, ese viejo enemigo de tantos compatriotas, como un adversario más. Delpo puede: luego del 7-5, suma un 6-3. Está arriba, al fin, más allá de algunos quiebres y varios desatinos. Del primer juego al tercero, todo un abismo: pasa del 62 por ciento con el primer servicio, al 80. De 20 errores no forzados, a ocho. Los números, las estadísticas, por sí solas, no quieren decir demasiado: son números perdidos detrás del viento malicioso de Queen’s. Ellos se respaldan con el juego, con la mentalidad, con la valentía: Juan Martín transforma tibios aplausos por ovaciones pasajeras.Está animado, verdaderamente. Claro: debe ser la mágica noche de Nueva York. Las fascinantes luces lo llevan para adelante: domina la red de tanto en...

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