Portugal se resiste, pero ya palpita el ajuste y el rescate

LISBOA.? Raquel Melo es una de las pocas personas que se detuvieron ante la vidriera de la casa de electrodomésticos de la céntrica avenida Casal Ribeiro, donde media docena de televisores de LCD en liquidación mostraban al primer ministro portugués, José Sócrates, en pleno anuncio del plan de austeridad más drástico de la historia de su país.Y aunque el cristal no la dejaba escuchar lo que decía el mandatario, a esta joven no pareció importarle: al igual que el resto de los cuatro millones de trabajadores que conforman la clase activa de Portugal, intuía que su país será el próximo en caer en el derrumbe de piezas de dominó que comenzaron Grecia e Irlanda.?Es una suerte que mis padres me hicieron estudiar inglés, porque aquí ya no hay futuro. Los salarios son cada vez más bajos y los empleos son cada vez menos seguros. Voy a irme a Estados Unidos o a Inglaterra, como ya hicieron varios de mis amigos. Pero aquí no me quedo ni loca?, dijo a La Nacion esta cocinera de 21 años. Mientras, no le quitaba los ojos de encima a una imagen televisiva que mostraba los rostros entre molestos y tristes de los legisladores que sí podían escuchar a Sócrates.Hoy, el Portugal de uno y otro lado de la pantalla tiene motivos para preocuparse y para temer los meses que se avecinan.El intenso plan de ahorro incluido en el presupuesto 2011 (aprobado ayer por el Parlamento), que prevé reducir el déficit público desde el 7,3% del Producto Bruto Interno (PBI) previsto para este año al 4,6% para el próximo, es visto por los analistas como el ?manotazo de ahogado? del gobierno para evitar el aquí muy resistido salvataje de la Unión Europea (UE) y los organismos de crédito internacionales, al que ya debieron acudir Grecia e Irlanda.Sin embargo, las esperanzas de eludir lo que más de un medio en este país considera un ?cataclismo? y una ?concesión vergonzosa? se diluyen en las palabras de los portugueses.?No vamos a durar ni un mes sin asistencia financiera del exterior. Desde que Portugal aceptó el euro como moneda, los precios se dispararon y los sueldos no hicieron más que bajar y bajar. En mi opinión, no hay otra solución que volver al escudo, que era una moneda que podía manejar el Estado... pero los gobernantes siguen equivocando el rumbo?, afirmó Nuno Jorge, un empleado público de 56 años, que no fue el único en sentir nostalgia por la antigua moneda portuguesa.También lo hizo Rosa dos Santos, una profesora de historia de un colegio secundario ubicado en las afueras de esta...

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