Porto Alegre, donde el turismo juega otro partido

Los responsables de Turismo de Río Grande do Sul cifran en 18.522 el número de argentinos que adquirió entradas oficialmente para ver el 25 de junio el partido entre la selección y Nigeria en el nuevo estadio Beira-Río. Sin embargo, las autoridades estiman, alentadas por los cálculos de la FIFA, que esa cantidad, cuanto menos, se triplicará, entre corajudos a la caza de tickets de reventa o aventureros que aprovechan la volada, llamados a vivir el folklore del Mundial. Para todos, el Estado más al sur de Brasil tiene unas cuantas hojas de ruta para aprovechar la estancia.Si bien los argentinos, por vecindad geográfica, proveerán el mayor número de extranjeros en la Copa, Porto Alegre recibirá a unas 200.000 personas de todo el mapa, lo que convertirá la cita futbolera en la mayor concentración de su historia moderna, tras el hito del Foro Mundial Social, la gran expo socialdemócrata que congregó a 100.000 manifestantes en 2001. Por eso, con la mayoría de la capacidad hotelera de la ciudad reservada desde hace meses, las alternativas de hospedaje se concentran fuera de su contorno.Tanta alegría seguidaLa capital estadual tira la casa por la ventana en su condición de anfitriona del Mundial. De los 32 días que dura la cita, 25 noches ofrecerá espectáculos como parte de la oferta de los Fun Fest institucionalizados por la FIFA como yapa más allá de los partidos.En el caso de Porto Alegre, la caravana se extenderá en un radio de cuatro kilómetros de espacios públicos abiertos con escenarios y todo el cotillón entrevisto en ediciones pasadas, esta vez -Dios o el Doctor Sócrates nos protejan- sin el escarnio de las vuvuzelas que atronaron Sudáfrica.Habrá locales de comida y bebidas, toda la matraca del merchandising oficial, chopinhos y caipiras al gusto del personal. Los desarrapados que no dejen un riñón en la reventa tendrán la posibilidad de ver los partidos en pantallas gigantes, preludiados por conciertos de artistas locales, probablemente de afinidad melódica a algún Ai se eu te pego de ocasión.Cerca de allí, el Acampamento Farroupilha se ofrecerá como suerte de Parque Gaúcho a cielo abierto para que los turistas disfruten del folklore local en toda su iconografía, hermanada con las tradiciones argentinas y uruguayas en todos los frentes, incluido el mate y el caracú.En estas pampas es fácil sentirse como en casa. La historia de Río Grande do Sul reivindica al gaucho como mito fundacional, con sus remisiones al caballo, la errancia y los atavíos estampillados en el Martín Fierro. La gastronomía traduce estas ínfulas en el churrasco, acepción del asado criollo que contempla cortes propios como la picanha y las mismas delicias afines.Uno de los formatos más extendidos en los restaurantes de la región es el rodizio, sistema en el que las piezas de carne son llevadas a la mesa para que los clientes elijan y tomen si lo desean. Los gaúchos, literalmente, ponen toda la carne en el asador.Hay vida más allá de la redondaPorto Alegre merece una inmersión que trascienda el área que circunda al coqueto Estadio Beira-Río. El nuevo coliseo del Inter está radiante en su inminente estreno planetario y su loja de merchandising está apadrinada por una figura de tamaño natural de Andrés D'Alessandro, el inventor de la boba, ídolo de masas, con pedigrí monumental.Un city tour remite al turista...

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