Poroto Cambiaso. ¿El handicap de polo es marketing, no deporte?

Las guerras del agua, tan anunciadas para el siglo XXI, por ahora no llegaron. Una de las guerras contemporáneas más extendidas es la del mercado de la atención: acontecimientos, medios, espectáculos, organizaciones, celebridades, libros, políticos compiten por ser mirados, escuchados, consumidos. La población es finita, su tiempo es limitado y ahí andan forcejeando por él unos y otros para ocupar la porción más grande que se pueda en las mentes de los espectadores, televidentes, lectores, internautas, votantes.Y entre todos los actores de ese tironeo está el polo. El mundo del polo es un mundillo, por pequeño. Pero económicamente poderoso en proporción a su tamaño, por el calibre de las empresas y los patrones (dueños de equipos) que lo acompañan. En la Argentina, su país líder, no hay patrones en el alto nivel, y buena parte de la atracción se basa en el marketing. En vender lo mejor posible un producto que pocos conocen y entienden, un deporte que muchos menos practican.Adolfo Cambiaso VII viene como anillo al dedo en ese sentido. Ser "hijo de" en el deporte es un plus interesante, sobre todo porque no hay tantos que igualen o superen a sus progenitores cracks. El ex futbolista Paolo Maldini, descendiente de Cesare, es un caso. Uno distinto: Mick Schumacher no ha logrado a sus 21 años mucho más que otros pilotos de su edad, pero las proezas deportivas de su papá automáticamente le legan atención. Dentro del pequeño polo, "Poroto" es más llamativo que Mick en el automovilismo: tiene ¡14! años y su padre, también uno de los mejores de la historia en lo suyo, todavía está activo. Y vaya cómo.Y así como el joven Schumacher está haciendo sus primeros contactos con la Fórmula 1, Poroto Cambiaso está muy cerca (falta una decisión familiar) de integrarse a la F. 1 de su deporte, la Triple Corona argentina del polo. Verlo jugar, tan adolescente, en el equipo supercampeón de la última década, en las canchas más importantes, junto a su papá y a las estrellas de La Dolfina, y contra rivales de altísimo calibre, sería impactante. Todo un guión a pedido del marketing.Para eso se requería un ajuste técnico: modificarle el handicap, la calificación que posee todo polista registrado según su nivel de juego, entre 0 y 10. La Triple Corona exige un mínimo de 6, y Poroto, a sus 14 años, tenía 4. Este año había jugado en Estados Unidos, donde lo subieron a 5, y en Inglaterra, donde conquistó el Abierto Británico y pasó primero de 4 a 5 y después de 5 a 6. En...

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