El pop, la fiebre y un zapato roto

"Es muy difícil cantar con el corazón roto, pero es más difícil hacerlo con el zapato roto." Ya bailó, ya saltó, ya hizo equilibrio, ya disparó, ya bramó, sonrió y cantó. Ahora, Madonna yace sobre su aliado más fiel, el escenario. Viene de pararse de espaldas frente a más de 50.000 personas y mostrar sus nalgas en silencio y en HD. Estamos ante un instante deliciosamente incómodo, un punto en el medio de la arquitectura montada por esta diseñadora que sigue siendo "la única reina del pop", como lo afirma desde las pantallas su protegida de estos días, Nicki Minaj. El silencio, los movimientos leves, la respiración entrecortada, la picardía al afirmar en castellano que está "caliente" para luego confesar su estado febril, todo lo que está allí expuesto y sesgado es parte del show. También lo son la espera, la hora y cuarto que demora en salir, la ansiedad del público. El MDNA Tour es un caleidoscopio que contiene a todas las Madonnas posibles y está hecho de retazos de ideas y actitudes.Lugares, culturas, religiones y todas las provocaciones de estos 30 años que la tuvieron a Madonna visiblemente en primer plano ("¡Fuck!, exclamará ella) están allí en escena. Omnipresente, la cruz es la síntesis de los caminos transitados por la rubia de Michigan. Su centro es la encrucijada desde la que Louise Veronica Ciccone se debate y construye desde hace tres décadas; ríe y se enoja a partir de ese sitio; provoca y se sonroja; lanza la piedra y... muestra ambas manos.Falta menos de una hora para que el 13-D llegue a su fin. Es la tercera gira que Madonna presenta en la Argentina. El recuerdo más próximo es el Sticky y Sweet Tour de 2008 y el más lejano el Girlie Show Tour de 1993, con el que presentó Erotica. En el medio, su larga estadía porteña de 1997 para filmar Evita y dejar crecer uno de tantos mitos en torno a su figura, el de un romance fugaz con el entonces presidente Carlos Menem. Nadie recuerda esto cuando el telón cede para dejar en evidencia a una catedral imponente y a un enorme incensario que se mueve de lado a lado gracias al trabajo en conjunto de un puñado de monjes. Campanadas, cantos gregorianos, la presencia del trío vasco Kalakan (la gran revelación del show de Madonna) y, finalmente, la llegada de la gran hacedora, dan comienzo a un espectáculo que puede resumirse fácilmente en sus nombres y números, pero cuya fórmula se vuelve ilegible y borrosa si se intenta precisar desde los sentidos.Muerte y resurrecciónLos vidrios de la catedral se...

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