'Ponerle mi sello a Peñarol no tenía sentido'

Diez cortes de redes en seis años, en un club que apenas tenía dos trofeos en veinte temporadas. Así de exitoso fue el paso de Sergio Hernández como director técnico de Peñarol, de Mar del Plata. Y así de alto está el listón que dejó el Oveja, que se llevó su renombre y su currículum a Uniceub, de Brasil.En un club que se acostumbró a ganar, pero que no por eso se relaja, la posta quedó en manos de Fernando Rivero, debutante como entrenador principal. Pero el Tulo no es un improvisado ni un paracaidista en la entidad milrayitas : por ocho años fue asistente del DT de turno, mayormente de Hernández. Claro que eso facilitó la tarea, pero a la vez no la volvió sencilla, porque en un plantel que cuenta con Leonardo Gutiérrez (el jugador que más veces conquistó la Liga Nacional), Facundo Campazzo, Adrián Boccia, Martín Leiva y demás, hay una sola opción: ser campeón, por supuesto. ¿Y qué hacer para no desviar el rumbo de un transatlántico que casi siempre llegaba al destino correcto? Rivero eligió, con prudencia, no tocar lo que funcionaba.Al principio de esta temporada pareció que no encontraba el Norte, con varias derrotas. Superadas algunas lesiones (principalmente, un esguince de rodilla de Campazzo), y corregidos ciertos errores, Peñarol se recompuso y hoy es escolta de Regatas Corrientes, a medio punto en la Liga Nacional; acumula 14 triunfos en fila y ganó recientemente en San Martín, Mendoza, el Súper 8, el torneo de mediados de temporada que reúne a los mejores.Después de ese lauro, Rivero contó a LA NACION cómo afronta la gran responsabilidad de reemplazar a Hernández, el entrenador que más veces salió campeón de la Liga.-¿Cómo fue el camino hasta ahora?-Arrancamos bien. Pero después ocurrieron la lesión de Facu [Campazzo] y la de Franco Giorgetti; no la pegamos con el primer extranjero, y tardamos en encontrarles el funcionamiento y las funciones a los jugadores nuevos. Una vez que solucionamos eso y volvió Facu, al que por suerte tenemos de nuestro lado, ya tenemos 14 victorias consecutivas. Ahora coroné con un título mi primer año como entrenador jefe, en un equipo que se armó para ganar, para estar siempre arriba. Y que me tenga como protagonista me pone muy contento.-¿Necesitabas ganar para que no se dudara de vos?-No, porque sabíamos la realidad. Lo traté con los emblemas de este equipo: estábamos desbalanceados. El alero jugaba de base, el base jugaba 37 minutos, y habían sido contratados para otras cosas: el relevo para que fuera relevo...

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