Políticas que conducen al infierno narco

se hará una marcha con el lema "Para que no nos silencien". Fue convocada por el Sindicato de Prensa de esa ciudad como una demostración de solidaridad con el corresponsal de LA NACIÓN , que fue amenazado de muerte a raíz de sus investigaciones sobre la expansión del . La manifestación pretende también llamar la atención del Gobierno y de la sociedad sobre las penosas consecuencias a las que están expuestos los que dan a conocer el comportamiento de las mafias.

Esta concentración rosarina plantea una ruptura. No es algo habitual. Tampoco lo son las deliberaciones que se llevan a cabo en la Redacción de LA NACIÓN para encontrar la fórmula que permita seguir informando sobre las organizaciones criminales sin poner en peligro a los periodistas. Los cambios de época se los percibe mejor cuando ya se consumaron.

Contra el telón de fondo de algunos antecedentes, las advertencias a De los Santos, la movilización de Rosario o las estrategias que debe encontrar un periodismo amenazado para seguir siendo fiel al propio oficio, quizá resulten menos asombrosas.

El 9 de julio del año pasado murió bajo las balas del grupo Halcón de la policía bonaerense un investigador del narcotráfico de la ex SIDE, Sobre ese episodio se han urdido mil teorías. Lo único objetivo es que la Secretaría de Inteligencia se presentó como querellante en la causa judicial que se abrió por esa muerte. Para que quede más claro: la Secretaría de Inteligencia, que conducen Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher, acusa a la policía bonaerense, que conducen y el comisario Gabriel Matzkin, de haber asesinado a uno de sus agentes, responsable de la lucha contra el tráfico de drogas. La casualidad quiso que Icazuriaga, Larcher y Scioli pertenezcan a la misma organización: el Frente para la Victoria.

Durante siete años, el organismo de lucha contra el narcotráfico fue dirigido por José Ramón Granero, a quien María Servini de Cubría procesó porque, por culpa de sus sospechosas negligencias, ingresaron en la Argentina 1900 kilos de efedrina. Ese tráfico salpica a los hermanos Zacarías, que pertenecen al entorno de los Kirchner desde hace casi treinta años. Dos de ellos, Rubén y Luis, trabajaron desde 2003 en la oficina de protocolo de la Presidenta.

Las droguerías traficantes de efedrina fueron los principales mecenas de Cristina Kirchner en su primera campaña presidencial. El recaudador de esa campaña, Héctor Capaccioli, era el encargado de controlar a esas empresas como superintendente de...

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