La política del parche: por qué más dinero no alcanza para mejorar la escuela

La foto más reveladora de la Argentina actual no está solamente en las represalias violentas de vecinos contra supuestos delincuentes, repetidas hasta el cansancio esta semana. Está, también, en la velocidad con la que declaramos resuelto el "conflicto docente" en cuanto comenzaron las clases en la provincia de Buenos Aires, el lunes pasado, barriendo bajo la alfombra, en el mismo movimiento, varias cuestiones de fondo -económicas, fiscales, políticas, educativas- que seguirán, con el aporte de la inflación, abonando la posibilidad de que la imagen de las escuelas vacías y los lamentos por "la crisis de la escuela pública" reaparezcan dentro de unos meses o un año, con esa precisión cíclica tan argentina.El paro docente de 18 días en la provincia de Buenos Aires y los conflictos en varias otras -algunos todavía abiertos-, en un contexto preelectoral que teñirá todo hasta 2015, muestran con contundencia lo que puede lograr la política del parche: tapar con más dinero los problemas no parece ser suficiente para solucionarlos.Bajo los billetes que acaba de prometer el gobierno de Daniel Scioli -muchos: unos 11.300 millones de pesos- quedaron abiertas cuestiones estructurales, que afectan también a otras provincias.Entre ellas, las desigualdades a las que lleva la coparticipación federal, el fracaso de la ley de financiamiento educativo en asegurar un salario docente con mínima dignidad, la oportunidad perdida en años de bonanza de discutir reformas a la carrera de los maestros, la falta de eficacia del sistema educativo bonaerense, que destina una enorme cantidad de recursos y obtiene cada vez peores resultados.La contundencia del paro bonaerense –uno de los más extensos de la última década– tiene una historia, que comprenderá cualquier asalariado: entre 2004 y 2010, el sueldo docente tuvo una recomposición fuerte. "Sin embargo, tras las dos últimas paritarias, de 2012 y 2013, que se cerraron por decreto, los sueldos de los maestros quedaron bastante por abajo del resto y con la inflación de esos años tuvieron una caída en términos reales. Por eso, los docentes hoy no sólo tienen necesidad de recuperar lo perdido, sino que con la inflación tienen que compensar lo que están perdiendo", sintetiza Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA.En esa carrera contra la inflación en que quedó enredado el salario de los maestros está claro, para muchos, el fracaso de la celebrada ley de financiamiento educativo, de 2005, que estableció un incremento del presupuesto dedicado a educación que debía llegar, en 2010, al 6% del PBI (junto con una serie de metas de inclusión en las escuelas, jornada extendida y mejoras en la calidad), pero colocó esa carga mayormente en las provincias, sin modificar las desigualdades del federalismo fiscal."Quedó demostrado con este conflicto que esta ley funciona sólo en momentos de crecimiento de la economía y que, frente a una crisis, que ni...

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