El poder enferma o la enfermedad del poder

Un dato estadístico que impacta y llama mucho la atención es la casuística reiterada de presidentes latinoamericanos sufriendo patologías cancerosas. Empezando por Dilma Roussef, de Brasil, que se recuperó de un linfoma en la axila izquierda, que le fue extirpado, o el caso de Fernando Lugo, en Paraguay, también con un linfoma; el tratamiento que actualmente debe seguir el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, por una patología similar, y sin olvidar el caso de Alvaro Uribe, que pasó casi inadvertido: sufrió una infección precancerosa, llamada queratosis actínica, que es una afección de la piel. Si a esta secuencia agregamos el caso de Cristina Kirchner, es un dato inquietante y curioso de este momento.Algo tiene que haber ocurrido en el caso de Cristina Kirchner para que sus médicos hayan decidido hacer un chequeo tiroideo, que no es propio de una rutina. Estuvo muy bien quien pensó que era necesario investigar la posibilidad de una afección así, porque encontró la patología en un momento oportuno desde el punto de vista médico: porque está localizada, no se ha extendido a los ganglios y no tiene metástasis. Esto es muy importante y positivo porque augura un muy buen pronóstico.El tratamiento, en estos casos, consiste en la extirpación quirúrgica del lóbulo tiroideo, un control y lo que se llama la terapéutica de reemplazo, que consiste en el suministro de la hormona tiroidea, a través de un medicamento, para compensar el déficit de producción que origina la...

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