Pocas fichas para mover en un sector que no se recupera de las sorpresas

En 2018, según los datos relevados por el Colegio de Escribanos porteño, la cantidad de operaciones de compraventa de cayó 12,2% con respecto a 2017 (con un retroceso de 40,6% en diciembre último). Pero, si se analiza la cantidad de actos realizados con , la caída anual fue todavía más fuerte: 20,8%. Los números son elocuentes y el sector inició un año que lo pondrá a prueba. Entre 2017 y 2018, muchos desarrolladores acostumbrados a construir proyectos para inversores que buscan refugiar su capital en ladrillos se stockearon de terrenos en barrios medios, como Almagro, Boedo, Constitución y La Boca. Es decir, aquellas zonas con tierra más barata, pero en las que solo compra quien adquiere una propiedad para mudarse (los compradores finales). Compraron los terrenos y armaron los proyectos que hoy guardaron en el cajón.Los empresarios saben que la demanda va a estar regida por la reaparición del crédito. Si no arranca, los inversores seguirán siendo los compradores. De hecho, la mayoría de los proyectos nuevos apuntan a unidades cada vez más chicas para poder captar a los pequeños inversores. Es un mercado que pide ambientes chicos, servicios de calidad, cercanía con medios de transporte y bajo costo de mantenimiento. Pero más allá de este análisis...

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