Pocas declaraciones aportaron datos útiles para la defensa

Si bien a Jorge Mangeri no lo ayudaron ni sus amigos, quienes confirmaron que hubo un cambio en la conducta del portero tras el crimen, siete testigos colaboraron con la postura de la defensa, que apuntó a echar dudas sobre algunas pruebas.

Durante la última semana, el genetista Gabriel Boselli declaró ante el Tribunal Oral en lo Criminal N° 9 y cuestionó la forma en la que se hicieron los estudios genéticos que indicaron que había ADN de Mangeri en las uñas de Ángeles. Criticó la forma en la que trabajó el Servicio de Huellas Digitales Genéticas (SHDG) de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y dio a entender que ese laboratorio no trabaja con los "protocolos de seguridad" ni con las "normas de control de calidad" idóneos, y que pudo haber habido una "contaminación cruzada". Eso fue descartado, la semana pasada, por los genetistas Daniel Corach y Enzo Canónaco.

Contra la opinión del grueso de sus pares, el médico legista Ernesto Duronto sostuvo que Ángeles murió "por un aplastamiento", debido a que las fracturas vitales que presentaba tuvieron que haber sido provocadas por una "fuerza superior a la humana".

María Elena Leuzzi, titular de la Asociación de Víctimas de Violación (Avivi), que concurrió al departamento de la familia de Ángeles para darle contención, sembró sospechas sobre el entorno de la víctima. Relató que Axel, el hijo de Sergio Opatowski, padrastro de la víctima, le dijo que un juego de "dos llaves y una cinta celeste" que estaban sobre una cómoda eran las de Ángeles. Esta declaración va en línea con la sospecha de la defensa de Mangeri: que Ángeles entró en el...

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