Sin plan no habrá pan

Los analistas se sorprenden porque el Presidente no ha hecho público ningún plan económico para dar sustento a su propósito de poner a la Argentina de pie.Su respuesta ha sido lacónica y suscita aún mayores interrogantes: "No es verdad que no tenemos plan, es verdad que no lo contamos". Y, según sus dichos, ese plan no se devela para no mostrar las cartas al contrincante, los tenedores de bonos argentinos. "Estamos jugando al póquer y no con chicos", dijo.Sin duda, ese tipo de respuestas satisface a muchos argentinos, convencidos de que es la mejor forma de sortear los obstáculos que el mundo se ensaña en ponernos, y nada mejor que comparar esa negociación con una partida de póquer, el juego de cartas basado en el engaño, el bluff, la astucia y la actuación.No está claro quién le ha sugerido al Presidente esa similitud, que es equivocada. No puede confundirse la negociación de un contrato nuevo, entre partes independientes que juegan sin compromisos previos (donde incluso es posible hacer una licitación o un concurso) y con cartas repartidas al azar, que la negociación entre partes vinculadas por un minucioso contrato, regido por la ley de Nueva York, que configura un detallado índice de las cartas que tiene cada uno.En este segundo caso, el deudor carece de espacio para el bluff, salvo declamar su insolvencia y amenazar con su eventual bancarrota (default), mientras que los tenedores tienen todos los artículos e incisos del contrato a su favor: los ases necesarios para estar cómodos en la partida. El default es un tiro en el pie, cuyo primer damnificado sería el país, expuesto a un colapso del crédito, obstáculos al comercio externo, cierres de cuentas y embargos de activos públicos.Los jugadores "grandes" a quienes se refirió Fernández como contrincantes de póquer son inversores institucionales y no timberos de cafetín. Manejan fondos de terceros, con responsabilidades fiduciarias regidas por normas estatutarias, civiles y, aun, penales. Carecen de facultades para dar quitas en el aire y tienen obligación legal de maximizar el valor de sus inversores, bajo riesgo de responder personalmente. El ministro de Economía, "experto" en reestructuraciones, no puede ignorar esto.Suele decirse que el plan económico lo exigen los acreedores, como si fuera una condición abusiva solo en su propia ventaja, el deseo de ver las cartas del oponente en una partida de póquer. Ello no es así, la existencia de un plan integral es en beneficio de la sociedad...

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