Un plan para controlar la información

Cristina Kirchner está encarando el extraño intento de pasar a la historia como un personaje autoritario. La decisión de ejercer el control estatal sobre la prensa a través de la intervención en el mercado del papel caracterizará su figura a escala internacional y modelará con un trazo grueso el recuerdo que tendrán de ella las futuras generaciones. El autorretrato que dibuja tal vez no le devuelva la imagen que pretende de sí misma.La regulación de los diarios es un proyecto personal, que ella misma presentó, por cadena nacional, el 24 de agosto de 2010, con un discurso que se pretende emancipatorio. La narrativa es conocida. Como la mayor productora local de ese insumo, Papel Prensa, tiene como socios a los dos principales diarios del país, el Estado debe intervenirla en defensa de los demás consumidores.La discusión sobre las ventajas o perjuicios que entraña para el bien común la integración vertical de los mayores consumidores de papel en la principal fábrica de ese producto puede ser más o menos legítima. Seguro no es urgente: la empresa compite a escala internacional, ya que su mercado carece de protección.De todos modos, el texto que aprobó la Cámara de Diputados se propone controlar el acceso al papel. Poner en debate a Papel Prensa es la coartada de esa pretensión. El objetivo no es una fábrica de papel. Son los diarios. Y detrás de ellos, los lectores.Un dispositivo crucial de las minuciosas regulaciones que aspira a aplicar la señora de Kirchner es el control de las importaciones. Con expresiones como "regular", "establecer requisitos", "controlar", "inspeccionar" y "requerir", el Poder Ejecutivo construye una ortopedia cuyo centro está en el artículo 28, que crea un registro de "Fabricantes, Distribuidores y Comercializadores de Pasta Celulosa y Papel para Diarios". Al autor de la cláusula le ha importado poco el universo por inventariar. En el artículo siguiente, que fija el plazo de inscripción, agregó a los "consumidores" de papel. Lo importante es registrar. La anexión no es inocente: los consumidores son los diarios.Los registros son instrumentos que prestan servicios inigualables a los gobiernos con inclinaciones autoritarias: permiten incluir o excluir de un beneficio a determinado sujeto so pretexto de deficiencias formales. Desde su flamante panóptico, Cristina Kirchner podrá premiar y amonestar a todos los diarios del país con la inocente excusa de la matriculación.Las formas y el fondoEl sentido de esa ingeniería es fácil de...

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