Un plan que aún tiene un escollo, la resistencia

MADRID.- Es una de las situaciones más complicadas que le toca vivir a España. El gobierno dio la orden de disolver el Parlamento catalán y desalojar a sus autoridades autonómicas.

Pero, ¿qué pasa si se resisten? ¿Quién hará cumplir en Cataluña lo que se dispuso a 600 kilómetros de distancia?

Malas noticias: la Asamblea Nacional Catalana (ANC), uno de los brazos del independentismo, llamaba anoche a resistir. "No tienen que atender" las órdenes de nuevas autoridades, fueron las "instrucciones" que bajaron ayer con miras a los puestos de trabajo que, el lunes, estarán ocupados por otros.

Es un llamado a la resistencia en toda la línea y, sobre todo, en las calles, que ha sido el fuerte del independentismo.

Ésa es una cara del desafío. La más desconocida. Es lo mismo que abrir una caja de sorpresas. Uno puede saber cómo empieza el movimiento, pero no cómo termina.

La resistencia popular está presente en el imaginario político como uno de los fantasmas más poderosos. Pero no lo suficientemente temible como para frenar a un Estado que no le quedaba más remedio que hacer valer su autoridad.

"Si no puedes garantizar el cumplimiento de tu propia legalidad, más vale que te despidas de ser un país serio", decían ayer fuentes de la Moncloa que explicaron a corresponsales extranjeros los alcances de las medidas. Otra cosa es el cálculo político. Ahí entra la posibilidad de que el llamado "frente independentista" se resquebraje con la idea de evaluar si se suma o no al proceso electoral convocado por Rajoy.

Los radicales de la Convocatoria por la Unidad Popular (CUP) ya dijeron que no. Pero es posible que sus socios por conveniencia, sobre todo, el PdeCat -la vieja burguesía del...

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