El 'Plan Aguantar II' arranca con poca cuerda

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Cualquier semejanza no es casualidad. Las últimas restricciones cambiarias aplicadas por el gobierno de Alberto Fernández tienen un parentesco muy cercano con las que adoptó Cristina Kirchner durante su segundo mandato (2011/2015). El objetivo es el mismo: "aguantar" todo lo que se pueda -y como se pueda-, para tratar de evitar una explosión económica antes de la próxima elección presidencial.

Como entonces, el actual escenario es consecuencia de otra crisis energética con fuerte impacto macroeconómico; en este caso agravada, pero no originada, por la invasión rusa en Ucrania. Previamente, el congelamiento de precios y tarifas aplicado desde 2019 volvió a disparar el gasto público en subsidios, mientras el cepo y el atraso del dólar oficial ensancharon la brecha cambiaria. A lo largo de estos años ningún gobierno logró evitar las importaciones invernales de gas natural licuado y de combustibles líquidos para generación eléctrica. Ahora, con mayores costos, aceleraron el drenaje de reservas del BCRA pese a la liquidación récord de agro-dólares debido al salto de los precios internacionales de los granos. A esto se suma la imprevisión oficial para cubrir la mayor demanda estacional de gasoil, cuyos precios domésticos inferiores a la paridad de importación (en más de 60%) provocan la creciente escasez que no sólo frena los embarques de la cosecha, sino que afecta a las cadenas de producción, distribución y comercialización de distintos sectores con aumentos de fletes que se trasladan a los precios. Aquí vale recordar que más de 90% del transporte de cargas en el país es por camión, que utiliza el gasoil como combustible.

La comparación entre el plan Aguantar I de CFK-Axel Kicillof y la versión II de AF - Martín Guzmán, muestra además varias diferencias en el contexto político y económico, interno e internacional.

Durante su segundo mandato, Cristina transformó el superávit fiscal primario de 4% del PBI que había heredado en 2007 en un déficit superior a 4%, tras el festival populista de gasto público y emisión que incluyó subsidios a granel (tarifarios y crediticios); dos moratorias previsionales masivas y el uso del BCRA como "caja" del Tesoro, incluso para pagos externos de la deuda pública. También contó inicialmente con un colchón considerable de reservas (US$52.000 millones) debido a la ausencia de financiamiento externo, pero con un fuerte atraso cambiario combinado con tasas de interés negativas que acentuó la fuga de capitales. Si...

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