Piropos: la mayoría de las mujeres prefiere no recibirlos

Eso que inocentemente y que incluso algunos asocian con una forma primitiva de galantería, según una encuesta, no es para nada halagador: todo lo contrario, es vivido de una manera muy violenta por las mujeres que lo reciben.Una reciente encuesta entre mujeres y hombres realizada por la Universidad Abierta Interamericana (UAI) demostró que a un 72,4% por ciento de las mujeres consultadas les habían silbado, gritado o deslizado palabras vulgares mientras transitaban por la calle en los últimos tiempos. El 59,2 por ciento de ellas dijeron sentirse incómodas, intimidadas e incluso violentadas por este tipo de práctica bastante extendida y aceptada socialmente, a tal punto que es parodiada en la televisión.En oportunidad de la Semana Internacional contra el Acoso Callejero, que concluye pasado mañana, el Programa de Opinión Pública de la Facultad de Psicología y Relaciones Humanas de la UAI efectuó un sondeo telefónico entre 400 casos donde la mayoría (un 76,2%) respondió que ante este tipo de manifestaciones "no hace nada". El 13,5% prefiere contestar con "insultos" y el 6,3% elige "reírse" para poder librarse de esa situación incómoda.Si bien el acoso callejero es bastante común, sólo el 6,6% de los hombres consultados reconoció utilizar este método, que consideran "halagador". Incluso, de ese seis por ciento, el 57,1% cree que a las mujeres "les gusta" recibir este tipo de manifestaciones.Quizás uno de los datos más significativos y más silenciosos que surgen del relevamiento es que el 56% de las mujeres expresaron que si ven a un grupo grande de hombres, cruzan la calle y el 42,9% sienten temor a la hora de caminar solas."Recién volviendo a mi casa, muy cansada, vestida como cualquier chica, en la puerta de una fábrica unos 20 primates, porque no eran hombres, eran simios, empezaron a aplaudir. Intenté pasar rápido y mirando para abajo (como si yo hiciese algo malo por ser mujer). Pero no hubo caso, no me dejaron pasar y me dijeron de todo hasta que pegué un grito y les dije que eran unos maleducados, que podría ser su hija, su hermana. Empezaron a decir: «Ay, mirá, la nena es rebelde. Dale, mami, vení, hacete la mala conmigo» y demás cosas. Pude irme, temblando, con lágrimas en los ojos de la impotencia; vi un patrullero, le conté la situación y me respondió: «Y... son hombres, sos linda». Estoy harta de que exista gente así. Odio el sexismo, odio tener que volver a mi casa casi llorando por basuras de este tipo y que lo tomen como algo normal."...

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