Pese a todo, treinta años de libertad

Hoy los argentinos comenzamos a definir en las urnas el tenor de los dos años que quedan hasta el fin de la larga era Kirchner (doce años), y empezarán a afirmarse los jugadores principales de la contienda presidencial de 2015.

Dentro de tres días, además, se cumplirán treinta años redondos de la votación del 30 de octubre de 1983, que marcó la vuelta definitiva de la Argentina al sistema democrático.

Las elecciones de hoy todavía son una promesa, una página de la historia que aún está por escribirse, pero el aniversario del triunfo de Raúl Alfonsín alienta el balance de lo que fuimos capaces de lograr en estas tres décadas. Por las características de esta columna, el análisis se limitará al tema de la libertad de expresión.

De los 30 años transcurridos, casi 22 y medio el poder estuvo en manos de variadas vertientes del peronismo (Menem, Rodríguez Saá, Duhalde, y Néstor y Cristina Kirchner). De los siete años y medio restantes, cinco y medio fueron para el radicalismo y dos para una alianza entre la UCR y una agrupación híbrida (Frepaso), cuyo vicepresidente (Chacho Álvarez) era de origen peronista.

Aunque sorprenda, en cada período la libertad de expresión encontró caminos para ensancharse un poco más, pese a todo.

Veamos los pros y las contras de cada etapa en la materia.

Alfonsinismo (1983-89)

Pro: al suceder a una dictadura militar, el cambio fue drástico de un día para el otro. Se terminaron las clausuras y persecuciones de medios y periodistas. Se puso punto final a la censura cinematográfica y la TV empezó a transitar temas más adultos sin desbordarse, pero sin la pacatería con que lo había hecho hasta ese momento. Aun con los riesgos institucionales que ello implicaba, porque el poder militar todavía era muy fuerte, comenzaron a develarse los horrores de la represión, pero sin utilizar ese tema políticamente.

Contra: para evitar irritar a los mandos militares más de una vez debió limitar en la TV la emisión de programas relacionados con temas ligados a la represión. Mantuvo el statu quo en materia audiovisual y, salvo Canal 9, retuvo los medios que estaban en manos del Estado y no cumplió con su promesa de derogar la ley de radiodifusión castrense y de crear una comisión bicameral que entendiera en los asuntos de los medios y un ente público no estatal para el manejo de las emisoras públicas.

Menemismo (1989-99)

Pro: abrió el juego a la iniciativa privada local en el ámbito de los medios. Autorizó a las empresas periodísticas a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR