Peinó, robó y lo pescaron

En 1785, un suceso recurrente preocupaba al marqués de Loreto, virrey del Río de la Plata. En algunas importantes casas de la inquieta Buenos Aires estaban desapareciendo objetos de valor. Las primeras sospechas apuntaron a los pobres negros esclavos del vecindario porque existían precedentes: solía ocurrir que cada tanto un moreno robara para reunir dinero y así pagarse su libertad o la de un ser querido. Sin embargo, la teoría del negro amigo de lo ajeno comenzó a trastabillar porque los robos se sucedían en distintas casas, sin que aparentemente existiera relación entre ellas. ¿Se trataría de un grupo organizado? Las autoridades realizaron más de veinte detenciones, pero no daban con el autor o los autores de los robos.Otro grupo sospechoso lo conformaba un puñado de jóvenes oficiales, demasiado arrogantes. Sin embargo, no había suficiente evidencia para incriminarlos, más allá de alguna acusación poco fundamentada.El virrey dispuso que el capitán de dragones Manuel Cerrato se dedicara en forma exclusiva a resolver el caso del ladrón del vecindario. El capitán detective dedujo que se trataba de un delincuente serial. Cerrato estaba convencido de que el sujeto vivía en Buenos Aires y conocía los secretos de los vecinos, ya que en la mayoría de los casos se dirigía directamente a su botín, sin que ningún otro ambiente fuera violado.Tenía que encontrar un nexo común a todos los damnificados. Luego de recorrer algunas casas, indagando acerca de las personas que las frecuentaban, apareció el denominador común: el hombre que había logrado preocupar a todos se llamaba monsieur...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR