El perturbador encanto de los impostores

Fue en abril de 2005 cuando el historiador español Benito Bermejo lanzó la bomba y les dijo a sus compatriotas que Enric Marco, el viejo sindicalista barcelonés que resistió al franquismo, el mismo que aseguraba haber sobrevivido al campo de concentración nazi de Flossenburg, el locuaz presidente de la Asociación Amical de Mauthausen que daba conferencias por todo el país y el mundo en nombre de las víctimas españolas, era un impostor. La divulgación mediática del engaño frenó su voluptuosa carrera narcisista y dejó al hábil fabulador desnudo de mentiras a los 84 años y expuesto ante la sociedad que le creyó y lo premió como a un héroe.

Javier Cercas lo dice desde el comienzo en su nuevo libro, El impostor: él no quería escribir la historia de Marco, no quería legitimar al mentiroso que utilizó el drama de otros en beneficio propio. Eligió, finalmente, hacerlo a su manera, con su particular estilo que combina delicadeza narrativa y escalpelo. El impostor narra la vida de Enric Marco Battle desde el momento de su nacimiento en 1921, en un lugar desangelado de tan trágico: el manicomio en el que su madre estaba internada. Cercas contó con el testimonio del gran fabulador, entrevistó a testigos y deshojó diarios viejos y documentos históricos. Así, el escritor que logró una biografía extraordinaria del Tejerazo en su clásico Anatomía de un instante, ingresa en las diferentes etapas de la vida de prestado y sin afectos de Marco, un Zelig pícaro; investiga su formación autodidacta durante el peregrinaje por casas de amigos y parientes y desmonta el viaje del mecánico Enric Marco hacia una biografía inventada que comenzaría a dar frutos con la muerte de Franco y su ingreso en la carrera de Historia, y sus relatos de falsas glorias en batallas callejeras, prisiones y campos de concentración que le granjearon la admiración y el afecto de los jóvenes que lo rodeaban y lo fueron convirtiendo en un líder.

Desandar una vida, desandar la novela que un sujeto hizo de su vida -es esto y no otra cosa lo que hizo Marco, como todo mentiroso que busca la trascendencia- puede ubicar a un escritor muy cerca de los límites de su propia conciencia y su moralidad. Escribir sobre una vida contempla, en un punto, entrar en la cabeza del otro para entender las razones que lo llevaron a actuar de determinada manera, lo que no entraña de por sí una disculpa aunque muchas veces esa búsqueda pueda conducir a la comprensión, incluso, de los hechos más aberrantes. Este fue...

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