Un peronista que se adaptó a las coyunturas

En la década del 90 había escalado hasta arribar al Congreso como diputado nacional; incluso se convirtió en uno de los actores de mayor peso político del bloque justicialista. Pero aquello no parecía ser suficiente para Carlos Soria: su sueño mayor era entronizarse como gobernador de su provincia, Río Negro, y desbancar a la UCR, enquistada en el poder desde los albores de la democracia.El septiembre del año pasado logró finalmente cristalizar su deseo. Sin embargo, la tragedia y la muerte apenas si le permitieron disfrutar las mieles de su triunfo electoral.Soria, más conocido en el mundillo político como "El Gringo", era un peronista nato y, como todo aquel que se precie de tal, priorizaba la lealtad y la disciplina partidaria en el afán de pelear por el poder y preservarlo. Por ese mandato es que, a lo largo de su carrera política, fue sucesivamente menemista, duhaldista y, a la postre, un aliado del kirchnerismo, aunque sin serlo de pura cepa.Soria tenía 62 años cuando murió ayer, en trágicas y difusas circunstancias, en su chacra de General Roca. Nació en 1949 en Bahía Blanca pero de niño se mudó a General Roca, Río Negro, donde pasó su infancia y adolescencia. Luego se trasladó a Buenos Aires, donde se recibió de abogado, en 1973.Cuando regresó a su ciudad natal, el "Gringo" Soria se zambulló en la política local. Tras escalar distintos cargos partidarios, fue elegido diputado nacional por Río Negro en 1987, cargo que ejerció durante cuatro mandatos consecutivos.Su tarea legislativa no pasó desapercibida. Durante el menemismo presidió la Comisión de Asuntos Constitucionales, como también la comisión bicameral de seguimiento de la investigación de los atentados a la embajada de Israel y la AMIA, tarea que le...

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