El peronismo, una nave sin timón que marcha a la deriva

Siguiendo la huella de su padre, Pablo Moyano prefiere mostrarse recio y aguerrido en la vidriera pública. Pero esta vez se lo notó frágil y con presagios sombríos al radiografiar el problema crucial que aqueja al peronismo en estos días: "Es un cambalache, no nos conduce ni el presidente del PJ nacional, ni el del provincial". Despojado de su habitual perfil de combativo dirigente gremial tiró la toalla y auguró: "Le damos más chances a la derecha recalcitrante".

A Alberto Samid le impidieron participar de la cumbre bonaerense justicialista realizada el martes a la noche en la quinta La Colonial, de Merlo. Debió volverse contrariado a su casa sin poder hincarle el diente ni siquiera a una mísera achura. "¿Quién tiene un peronómetro para decir quien entra y quien no?", se quejó en voz alta el inefable matarife con irrefutable lógica.

Peor, en tal caso, el desaire a nada menos que el titular del PJ nacional, el mismísimo presidente de la República, Alberto Fernández, que ni siquiera fue invitado al asado de unos cuantos intendentes con la participación estelar de los compañeros Sergio, Máximo, Wado y Axel.

Pregunta incómoda: ¿quién manda hoy en el peronismo? La respuesta está a la vista: nadie. Que Cristina Kirchner sea la dirigente que, indiscutiblemente, retenga más poder en el seno de esa estructura no significa que conduzca. De hecho ni lo intenta, consagrada como está casi exclusivamente a su cruzada judicial para zafar de las causas en la que está condenada e imputada y que la tienen a maltraer. El poder, en todo caso, solo lo usa para petardear la marcha del Gobierno y para respaldar a los camporistas que ocupan puestos claves en el Estado.

No hay una dirección unificada: Alberto Fernández, Sergio Massa, Cristina Kirchner y Máximo Kirchner representan distintas porciones de poder, algunas con precarios vasos comunicantes entre sí, aunque esencialmente antagónicos. Sin olvidar a la CGT -otrora "columna vertebral" del PJ-, Juan Schiaretti, Omar Perotti y el resto de los gobernadores, que representan distintas facciones peronistas, también atomizadas, que cinchan para su lado. Esquirlas sueltas con un poder de fuego diezmado. El Presidente convoca a los gobernadores y sus socios del Frente de Todos insisten en armar una mesa a la que se sienten los accionistas de esa corporación. Ahora parece que Fernández acepta esa posibilidad, aunque fastidia al resto con su idea de mantener en alto su desopilante ilusión de ser reelecto.

El peronismo...

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