Periodismo y Justicia, ante la muerte de un sacerdote

Ha conmovido a Tucumán y al resto del país la trágica muerte del sacerdote Juan Viroche, párroco de La Florida, cerca de la capital tucumana, quien apareció ahorcado en el interior de su parroquia el 5 de este mes.

Como en la zona eran conocidos y muy valorados su fuerte prédica contra la venta de droga o narcomenudeo y su apoyo a las llamadas "madres del paco", su muerte, además del lógico dolor, generó también sospechas de que en realidad podría tratarse de un homicidio disfrazado de suicidio.

Las sospechas crecieron cuando se conoció que en los día previos el sacerdote había recibido amenazas telefónicas y por las redes sociales.

Hasta ahí, la reacción popular era lógica. Pero lo extraño y preocupante ocurrió poco después, cuando algunos medios de prensa nacionales y locales, y también importantes funcionarios judiciales de Tucumán, decidieron sumarse al sentir popular y comenzaron a asegurar, sin ningún fundamento serio, que se trataba de un homicidio y no de un suicidio.

Sin embargo, a medida que fue creciendo la desproporcionada campaña de prensa en favor del homicidio, la investigación judicial llevada a cabo por el fiscal Diego López Ávila revelaba pruebas e indicios que, por el contrario, abonaban cada vez con mayor solidez la tesis del suicidio. Así, mientras se investigaban las presuntas amenazas de los narcos y su eventual relación con la muerte del sacerdote, se conocía también la pista de los vínculos sentimentales que Viroche habría mantenido con tres mujeres.

Como informó LA NACION, la Justicia determinó que los familiares de una de esas jóvenes habrían "escrachado" a Viroche en las redes sociales y amenazaban con revelar su supuesta doble vida. Luego, se conoció la declaración judicial de una mujer que relató su relación con el cura y explicó que ella no creía en la veracidad de las amenazas que Viroche sostenía haber recibido y que, en cambio, consideraba que eran un pretexto del cura para poner fin a la relación.

Es preciso agregar que un primer examen del cuerpo no mostró heridas ni señales de que el sacerdote se hubiera resistido a sus eventuales asesinos. Posteriores estudios confirmaron la ausencia de lesiones defensivas. Tampoco había señales de lucha en el interior de la iglesia donde apareció el cadáver.

Pero para algunos medios de prensa tenía más "gancho" periodístico la historia de un sacerdote asesinado por los sicarios de la droga. Una historia de malos contra buenos que, según las evidencias recogidas hasta...

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