Perdidos en Doha

AutorSantiago O’Donnell

Con promesas de amor seguidas de desencuentros, con divorcios ruidosos y apareamientos sorpresivos, con protagonistas, actores secundarios y apariciones estelares dignas de un guión de Hollywood. Con un quiebre que se produce por una razón casi absurda, pero que esconde desacuerdos de fondo. Un drama con final abierto para todos.

Claro que la trama esconde un subtexto, o mejor dicho dos.

Para los ricos fue otra oportunidad que los pobres dejaron pasar para mejorar su predicamento y una confirmación más de que los pobres son pobres porque actúan en contra de sus propios intereses. Vendría a ser la mirada que reflejan el Wall Street Journal, el Financial Times, The Economist y los editorialistas del Washington Post, apoyándose en declaraciones de los principales negociadores de Estados Unidos y Europa.

En cambio, para los representantes de los países pobres y en vías de desarrollo, otra vez los ricos demostraron su mezquindad y usaron su poder para impedir un acuerdo no ya reparatorio, como habían prometido, sino apenas justo. Es la versión que se desprende de las declaraciones de representantes de países como India, Argentina, Indonesia y Burkina Faso, que aparecieron en medio del tercer y primer mundo, con variado destaque. La negociación para lograr un acuerdo global en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) empezó hace siete años en Doha, Qatar, bajo la premisa de que los países desarrollados bajarían un poco sus tradicionales e improductivos subsidios agrícolas para crear más oportunidades para los granjeros de países subdesarrollados de acceder a los mercados de Estado Unidos, Europa y Japón. Según el esquema adoptado, a medida que avanzaban las conversaciones, los países ricos esperaban obtener a cambio una mayor apertura para los mercados de bienes elaborados y servicios. Según los expertos, los países ricos ofrecieron algunas concesiones, pero no demasiadas.

Entonces pasó algo que no muchos esperaban. Los precios de los alimentos empezaron a subir. Deprimidos durante décadas, al punto de convertirse en una de las principales causas de la pobreza en el tercer mundo, de repente pegaron un salto y no pararon de escalar. Según un informe de la FAO, la organización de alimentos y agricultura de la Naciones Unidas, el costo de los cereales que importan los países pobres creció un 35 por ciento el año pasado y crecerá un 56 por ciento entre el 2007 y el 2008. Y para los africanos crecerá el 74 por ciento, porque además del precio de los cereales se dispararon los precios del combustible y del transporte, dice el informe de la FAO.

Hay muchas razones, algunas estructurales, para que suba el precio de los alimentos: el crecimiento del ingreso per cápita en China e India, el reemplazo de tierra agrícola por proyectos de desarrollo urbano, el agotamiento de innovación tecnológica, el aumento del precio de los fertilizantes y los combustibles, el uso de alimentos para...

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