El peor final: violencia y sangre

Un viejo presagio sostiene que el kirchnerismo no se irá del poder sin violencia y sangre. Aunque tal vaticinio parece fracasar en el país, en Tucumán, donde José Alperovich exacerbó grotescamente las mañas del kirchnerismo, se cumplió. Como todo líder feudal, Alperovich se asustó cuando empezó a perder el liderazgo absoluto de la provincia, tal vez no la provincia. Es probable, en efecto, que Juan Manzur haya ganado la gobernación (los porcentajes están por verse), pero lo cierto es que el kirchnerismo tucumano fue derrotado en las cuatro o cinco principales ciudades de Tucumán, empezando por la capital provincial. La fiebre por la "continuidad" en dudas (que es la misma fiebre del cristinismo nacional) se encargó luego del desastre, la represión y el fuego. La rebeldía de vastos sectores sociales contra un sistema de votación obsoleto y tramposo siguió anoche en Tucumán con una concentración más numerosa y organizada que la del lunes.

No es sólo Tucumán. Gran parte del norte del país está sometida a un clientelismo electoral que exhibe obscenamente la fragilidad del tejido social. ¿Alguien podría intercambiar un voto por una bolsa de comida en la Capital, Santa Fe, Córdoba o Mendoza? No, seguramente. ¿Algún candidato podría comprar un voto por 100 o por 1000 pesos en esos distritos? Tampoco.

En Tucumán fue posible, como lo sería en Formosa, Misiones, Chaco, Santiago del Estero o Jujuy. El problema es electoral, pero es también social. Muestra la cara más cruel e inhumana de la política asociada con la pobreza y la indigencia.

Alperovich inauguró un sistema feudal que Tucumán no tenía antes. No por las virtudes de los anteriores gobernadores, sino por la ineptitud de ellos. El primer gobernador de la democracia, Fernando Riera, anciano, frágil y torpe, se hizo célebre porque amenazaba con suicidarse ante cada amotinamiento policial. Lo sucedió José Domato, que pasó de la gobernación a la cárcel sin escalas. Luego de una breve intervención de Julio César Aráoz, lo siguió Ramón "Palito" Ortega, el único famoso de Carlos Menem que fracasó estrepitosamente en la política.

En Tucumán no quedó ni el recuerdo del cantautor. Después de Ortega fue elegido gobernador Antonio Domingo Bussi, un ex general acusado y condenado por aberrantes crímenes durante la última dictadura. Murió en prisión. El gobernador siguiente fue Julio Miranda, un importante dirigente del sindicato del petróleo en una provincia que no tiene petróleo (vendía garrafas de gas)...

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