¿Qué es peor, engañar o engañarse?

Aunque nunca ha conseguido definirlo con precisión, el Gobierno sostiene que cuenta con un modelo de gestión que denomina simplemente el modelo , al cual atribuye su supuesto éxito. La oposición, por supuesto, piensa todo lo contrario: el "modelo" de Cristina es para ella un "antimodelo", que está llevando el país, lenta pero inexorablemente, a la ruina. La mejor aproximación que hemos encontrado al concepto de "antimodelo" fue elaborada por el economista Luis Rappoport en un artículo que hace poco publicó Clarín. Su título eshttp://www.clarin.com/opinion/sindrome-quebrado_0_708529213.html.La palabra "síndrome" es definida por el Diccionario como "el conjunto de síntomas característicos de una enfermedad". Al "síndrome" de la ruina de una persona o de un país, Rappoport lo llama, precisamente, "el síndrome del quebrado". Y lo cuenta como si fuera una anécdota o una parábola, de la siguiente manera: "Unos comerciantes veteranos se juntaban en la vieja confitería Richmond para contarse historias. He aquí una de ellas. Un empresario le pidió algo de plata a un amigo para iniciar un pequeño negocio. Como su proyecto no era viable, no pudo devolver el préstamo. Entonces emitió un pagaré con información falsa sobre su negocio. Cuando venció el nuevo plazo y tampoco pudo cumplir con su compromiso, entregó un cheque diferido de su propia mujer. Al vencer también este cheque, el amigo engañado descubrió que el deudor moroso había falsificado la firma de su mujer. Acudió por ello a la policía, pero el deudor, interrumpiéndolo en el camino, lo mató. Ya en la cárcel, abandonado por todos, el deudor infiel se ahorcó con una media"."El síndrome del quebrado" cuenta cómo lo que fue al principio sólo una pequeña deuda entre amigos terminó convirtiéndose en una tragedia. ¿Cuál fue el momento preciso de esta fatal mutación? La tesis de Rappoport es que ese momento no fue comercial , sino moral , porque introdujo un nuevo factor que de ahí en más pasaría dominar los acontecimientos: nada más y nada menos que la mentira . Porque lo que perdió al deudor moroso, transformando sus dificultades comerciales en un drama moral que también golpeó a quienes lo rodeaban, fue el preciso instante en que decidió acudir al engaño. No fue la falta de dinero, sino la falta de escrúpulos lo que, en resumidas cuentas, lo perdió.Si aplicamos la moraleja de esta parábola al caso argentino, resulta que el déficit principal de nuestro Gobierno no es la pérdida de dólares, sino la...

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