Un peligroso engendro inflacionario, en un país con su contrato social dañado
La inflación ya corre a un ritmo anual por arriba de los tres dígitos, y aún con precios relativos rezagados y con una economía muy cerrada
El Gobierno sigue apuntando a ganar tiempo. Recurre a desdoblar sucesivamente el tipo de cambio y a ampliar el control comercial para administrar la creciente escasez de reservas, en lugar de encarar un programa de estabilización, cuyos costos son y serán más altos cada día que pasa.
El objetivo de "devaluar en cuotas para distintos sectores" y seguir cerrando el cepo es intentar patear la pelota para la próxima administración sin concretar un salto devaluatorio discreto, apuntando a contener la inercia inflacionaria no mucho más allá de los niveles actuales, y tratando de afectar lo menos posible la actividad económica, que está sostenida sobre un nivel de importaciones no financiable, por falta de reservas y de crédito.
Varios factores hacen que sea difícil intuir las chances de que la "estrategia" salga bien. Hay un horizonte finito si se mira el futuro cambio de gobierno; un mundo cada día más complicado (con subas de tasas, precios de commodities más bajos y países entrando en recesión); una sequía que afecta las proyecciones de cosecha; vencimientos netos por US$8000 millones en 2023, entre las deudas del sector público y las del sector privado, y señales ciertas de que la tregua dentro de la coalición gobernante que implicó la llegada de Sergio Massa al Ministerio de economía, se empieza a resquebrajar.
Detrás de la inflación, de una violentísima dispersión de precios relativos (bienes muy caros, servicios regulados muy baratos y un salario muy desinflado, sobre todo en el sector informales), y de una brecha cambiaria orillando el 100% (después de cuatro meses de carry trade al 30% acumulado con el dólar marginal a $300, o al 45% si se toma como referencia el dólar de pánico de $350 a mediados de julio), aparece el deterioro creciente del balance del Banco Central al cual, para expresarlo en forma simplificada, le sobran pesos y le faltan dólares. Y por cómo el Gobierno viene manejando la coyuntura, cada vez le van a sobrar más pesos y le van a faltar más dólares.
Más pesos que van a surgir del déficit cuasi fiscal por los intereses de los pasivos remunerados (Leliq más Pases), que hoy son casi el triple del déficit fiscal. Con pasivos remunerados por casi $9 billones, el taxi de los intereses alcanza a $580.000 millones versus $220.000 millones de déficit, que resulta de restarle, al superávit...
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