Peligrosa aberración constitucional

Este diario, en 1949, hizo oír su fundada protesta contra el uso del pentotal sódico, droga conocida como "el suero de la verdad", en la persona del acusado de un delito. Urge ahora volver a levantar la voz de protesta ante el anuncio de que los empleados de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) serán sometidos al llamado detector de mentiras. La noticia no refiere la eventual presencia de autoridades judiciales en semejante procedimiento, aunque ni siquiera su presencia serviría para sanear semejante aberración.

La lucha contra la corrupción o las mafias enquistadas en el Estado es una misión esencial de todo gobierno. Pero no puede, de ninguna manera, dejar de lado los sanos principios constitucionales que rigen el orden republicano. A la Argentina le ha llevado muchos años aprender a convivir con el respeto a los valores que su Constitución consagra. Por más fundadas que sean las sospechas que puedan recaer sobre ciertos personajes de los sótanos del espionaje o de la política, intentar confirmarlas dejando de lado principios elementales del derecho sería un grave error.

Entre los logros más trascendentes y significativos de la cultura occidental está la prohibición de obligar a alguien a declarar contra sí mismo. Este principio, nacido del respeto a la libertad de conciencia y basado en la inviolabilidad de la persona humana, está expresamente mencionado en el artículo 18 de la Constitución nacional.

La prohibición de obligar a alguien a declarar contra sí mismo nació como una reacción contra los métodos inquisitoriales, propios de una época de persecución, que forzaban al sospechoso a confesar supuestos delitos o pecados. Desde antiguo...

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