La pelea con el sindicalismo, una encrucijada estratégica

La vida pública ingresó en una zona de suspenso. Como a sus antecesores, a Mauricio Macri le llegó el momento de enfrentarse al aparato sindical. Para él la encrucijada es estratégica. Su programa está centrado en que las inversiones sean, en el mediano plazo, el verdadero motor de la economía. Ese objetivo demanda mucho más que normalizar los precios. Hace falta reducir los costos. Entre ellos, el costo laboral.

Ésta es la razón que vuelve crucial esta pelea. Es un duelo no convencional. No sólo porque la base social del gremialismo ha sufrido una impresionante mutación. También porque el Presidente es un ejemplar rarísimo. Como Alfonsín y De la Rúa, no proviene de las filas del peronismo. Sin embargo, a diferencia de ellos, no se formó en el republicanismo opositor. En eso se parece más a Menem o a los Kirchner. Macri está modelado en el poder. Pero en el poder empresarial. Una peculiaridad determinante para un conflicto que se libra en el terreno laboral.

El viernes pasado, Macri fue informado sobre los alineamientos de los sindicalistas para la movilización de anteayer. El reporte consignaba que la marcha se decidió en las oficinas de José Luis Lingeri, "Mr. Cloro", secretario general de Obras Sanitarias. Lingeri simulaba ser un aliado del Gobierno. Por eso Macri le cedió la Superintendencia de Salud, es decir, la caja de las obras sociales. "Cloro" ubicó allí a Luis Scervino, defenestrado hace 48 horas, cuando los manifestantes todavía merodeaban el Cabildo. Andrés "Centauro" Rodríguez, estrella del dressage, es otro blanco del Presidente. Lingeri y Rodríguez incurrieron, para Macri, en el mismo agravio. Aparentaron cooperar. Pero impulsaron una protesta de la que ya habían desistido Armando Cavalieri, Héctor Daer y hasta los propios metalúrgicos. Por eso, el viernes el Presidente ordenó "rastrillar" el Estado y despedir a los amigos de "Cloro" y de "Centauro". En la purga cayó también el secretario de Trabajo, Ezequiel Sabor. Un mensaje hacia Luis Barrionuevo, con quien Sabor solía identificarse.

Lingeri lloriqueó ayer delante de varios funcionarios por la salida de Scervino. "Yo no juego tan bajo", llegó a decir. Enseguida aclaró: "Ojo, no estoy hablando de Mauricio, ¿eh?". La expulsión no debería sorprenderlo. Después de la huelga del 6 de abril, Scervino fue advertido por Macri: "Tenés que decidir si te alineás con la CGT o con nosotros". Desde entonces, el reparto de subsidios de salud lo administró el ministro de Trabajo, Jorge...

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