Pasiones puestas en la voz

Cuando Soema Montenegro canta, su voz puede sonar como el canto de un pájaro o el grito de una sacerdotisa azteca; magnética y experimental como una Björk del tercer mundo, y lúdica como la niña que se divertía inventando palabras en su casa del kilómetro 28 en Laferrère. "Toda mi sonoridad viene desde el seno materno, que ahí es donde uno aprende a hablar y a escuchar los sonidos. El lugar del juego sonoro fue el almacén de mi papá, adonde llegaba la gente que volvía del trabajo desde la Capital. La mayoría era gente del interior y de países limítrofes", rastrea en su memoria la cantora Soema Montenegro.Su historia de vida, contada desde la música, bien podría estar resumida en su segundo álbum, Passionaria (el primero fue para Noseso Records, de Casanova): trama de sonoridades latinas, estados...

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