Pasión por el aula, un idioma que comparten maestros porteños y finlandeses

¿Koulu o escuela, luokkahuon o aula, opetus o docente? Aunque no hablan el mismo idioma, ni la maestra finlandesa Marjukka Skansti ni su colega porteña Adriana Montemurro tuvieron problemas en entenderse porque comparten la misma pasión e igual compromiso: darles la mejor enseñanza posible a sus alumnos.

Skansti y Montemurro se conocieron en Buenos Aires cuando la opetus llegó de Finlandia para visitar escuelas porteñas. Un año después, la profesión las reunió en Finlandia, cuando Montemurro y otros docentes de escuelas de innovación pedagógica de la ciudad viajaron a interiorizarse de uno de los sistemas más eficientes del mundo.

Después de un día de viaje, tres escalas y un frío que decoraba con nieve todas las calles, llegaron a Jyväskylä, a 270 kilómetros de la capital finlandesa. "Llegar allí fue algo que nunca había pensado lograr", afirma Mónica de la Horra, directora de la escuela primaria N° 18 República de Corea, de Liniers.

Durante la semana que permanecieron en el país nórdico visitaron cinco escuelas y asistieron a clases. "Estaba deslumbrada por el lugar, las escuelas están insertas en la naturaleza. Entrabas y no sentías un solo ruido. Equipamiento, infraestructura, recursos económicos y humanos. Te caías desmayada de ver lo bello que era", comenta Montemurro, directora de la Escuela N° 15 República Islámica de Pakistán, intensificada en artes, de Liniers.

El invierno finlandés suele alcanzar los 20° C bajo cero. "En las escuelas, que están muy calefaccionadas, los chicos están en medias. Dejan en los percheros sus mochilas, sus camperas y sus zapatos", describe De la Horra. En las aulas, junto al pizarrón hay "pantallas digitales y escáneres, los docentes tienen un escritorio de tres metros con computadora, cajas de lápices de todos los colores, bancos ergonométricos todo bien pensado para el docente", relata Montemurro.

En Finlandia, "la escuela está impecable, ni paredes rayadas ni mesas escritas", añade Juan Carlos Lenguita, director de la Escuela N° 15 Evaristo Carriego, de Villa Soldati. Recuerda que un chico finlandés de 4° grado le dijo en un perfecto español, abrazado a su banco: "Lo cuidamos porque es nuestro y lo pagan nuestros papás". Esa respuesta llevó a Lenguita a admitir: "Ese sentimiento de pertenencia es cultural; es lo que está faltando en nuestro país".

La inversión de Finlandia en educación se ve en el equipamiento de sus instituciones. "No vi una biblioteca de esa magnitud como la que vi en esa escuela...

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