Cuando esto pase

Si algún sesgo positivo se le puede atribuir al coronavirus es que la cuarentena ha puesto a mucha gente ante un fenómeno cuyo alcance resulta difícil de mensurar: el redescubrimiento de valores esenciales como la casa, la familia, el tiempo, la comunicación. Padres que por fin tienen horas enteras para jugar, estudiar y hablar con sus hijos. Hijos que se dan una panzada con padres antes apurados o huidizos. Adictos al trabajo que empiezan a no extrañar el trabajo. Parejas que se reencuentran o revalorizan. Amigos que se buscan después de años. Maridos que, más vale tarde que nunca, lavan platos, hacen camas, barren. De pronto afloran ganas de leer, escuchar música, ordenar, rezar. Y de sacarle lustre a la comida. El...

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