Pasaje a las estrellas

La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no podemos vivir para siempre en una cuna." Tal vez, la frase del físico soviético Konstantin Tsiolkovsky, nacido en 1857 y considerado el padre de la cosmonáutica, sea un buen resumen de lo que al ser humano le depara un futuro, para muchos muy cercano: los viajes espaciales cotidianos y cada vez más prolongados. Esos viajes frecuentes y dentro de todo accesibles, fuera de nuestro planeta, son los que vienen de la mano del recientemente promocionado turismo espacial, una nueva modalidad de turismo que sólo se realiza al alcanzar los 110 kilómetros de altura de la Tierra, lo que los astrofísicos consideran la frontera del espacio.En muchos de los padres y abuelos de hoy todavía está intacta la imagen de Neil Armstrong dando su , sobre la superficie de la Luna. Un acontecimiento extraordinario seguido por TV por millones de personas, que cumplía el sueño de generaciones de convertirse al mismo tiempo en astronautas y visitantes de otros mundos. Esos mismos deseos están vigentes en las actuales generaciones, que hace dos años siguieron la transmisión en 150 canales alrededor del planeta y se a la cápsula del deportista austríaco de alto riesgo Felix Baumgartner, que al arrojarse de ella en caída libre desde la estratosfera –a una altura de 39.068 metros– se convirtió en el primer ser humano en romper la velocidad del sonido, alcanzando los 1342,8 kilómetros por hora.Muchos otros soñaron con visitar el espacio y sin pensarlo se anotaron en un concurso que promocionaba un desodorante para ser el próximo turista espacial. Y otros 200.000 más osados firmaron la solicitud para integrar la misión Mars One, creada en 2011 por dos holandeses, en la que 24 obtendrán en 2025 un pasaje sólo de ida al planeta Marte para establecer una colonia humana.Y, recientemente, la experiencia física de realizar una caminata espacial y luchar por sobrevivir en la deriva del espacio quedó representada y transmitida en toda su intensidad en , la película del director mexicano ganador del Oscar Alfonso Cuarón, que este mes se quedó también con otros seis premios de la Academia de Hollywood.Como decía el astrónomo estadounidense y divulgador científico Carl Sagan en su libro , "la superficie de la Tierra es la orilla del océano cósmico. Desde ella hemos aprendido la mayor parte de lo que sabemos. Recientemente nos hemos adentrado un poco en el mar, vadeando lo suficiente para mojarnos los dedos de los pies, o como máximo para que el agua nos llegara al tobillo. El agua parece que nos invita a continuar. El océano nos llama. Hay una parte de nuestro ser conocedora de que nosotros venimos de allí. Deseamos retomar".En gran parte eso es el turismo espacial en pleno siglo XXI, un deseo que ya no reside en manos de las grandes superpotencias que en plena Guerra Fría reservaban el acceso al espacio para sus profesionales astronautas (estadounidenses) o cosmonautas (soviéticos). Hoy, viviendo en un mundo globalizado, las empresas privadas potencian el deseo de viajar fuera de nuestro planeta y hasta persiguen su negocio multimillonario, tal vez tomando como referencia la frase del científico británico y escritor de la novela , Arthur Clarke: "Dondequiera que hay algo extraño, algo bello o nuevo la gente querrá verlo".¿Quién podría negar que el espacio exterior es un lugar misterioso y bello, que enciende desde hace siglos en el ser humano la curiosidad de explorarlo y descubrir cosas nuevas y extrañas? Ahora, con la posibilidad de visitar o recorrer la frontera de su planeta, cada vez más cercana y accesible, o directamente traspasarla y adentrarse en lugares donde nadie ha puesto un pie, el hombre se siente a punto de conquistar el anhelo de llegar a otros mundos.A diferencia de los viajes interplanetarios, que son travesías lo suficientemente largas como para abandonar la órbita de la Tierra y su satélite, la Luna; o de los viajes interestelares, que ocurren cuando una nave va más allá de nuestro sistema solar, los viajes espaciales son aquellos en los que simplemente –con todo lo complejo y no lo simple que eso conlleva– se abandona la atmósfera terrestre para alcanzar el espacio exterior, como lo harán los próximos vuelos turísticos.Más de dos docenas de empresas ya se los disputan en una carrera espacial privada que recuerda la época de la conquista del espacio en plena Guerra Fría, protagonizada por los Estados Unidos de América (EUA) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) con la meta de ser la primera potencia del mundo. Y es que precisamente fue la caída de la URSS con la crisis económica posterior que padeció y la necesidad de contar con recursos adicionales que le permitieran sostener su programa en el espacio, la que abrió la puerta al turismo espacial, cuando Rusia aceptó en 2001 la oferta de llevar...

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