Lanús se llevó un partido en el que la fuerza y los insultos le ganaron al fútbol

Lanús y Estudiantes de La Plata entregaron todo lo que se esperaba de ellos. Se prodigaron en una cancha que destilaba agua por debajo del césped, disputaron cada pelota con un fragor inusual y corrieron kilómetros y kilómetros. En cada jugada dividida, los jugadores trabaron y se insultaron como si fuese un partido decisivo, final. El árbitro, Néstor Pitana, colaboró con su falta de criterio para que en el Sur bonaerense se escribiera un nuevo capítulo de una historia entre ambos equipos que sabe mucho más de las polémicas y los golpes que de los espectáculos agradables.El antecedente más próximo entre ambos rivales hablaba de un 2-1 de Estudiantes en el estadio Ciudad de La Plata. Un partido ganado por el Pincha con un jugador menos y todo el temple. "Hubo mucho bidón", dijo el entonces capitán -y ahora candidato a presidente- Juan Sebastián Verón. Se refería a la viveza. A la lucha. A la actitud.Pues bien, en la fría tarde de ayer, Lanús le devolvió la gentileza al Pincha y le ganó a lo Estudiantes. Lo suyo no fueron el talento ni las triangulaciones. Mucho menos, el fútbol ultraofensivo que suelen cultivar los mellizos Barros Schelotto. El equipo granate llegó cuatro veces al área de un siempre inseguro Silva y anotó dos veces. La primera, en un tiro libre del paraguayo Ayala, ese francotirador que cada vez que ejecuta una pelota detenida provoca un cosquilleo en sus hinchas. Y en los contrarios, que lo sufren. El futbolista que los Barros Schelotto reclutaron en Libertad (Paraguay) apuntó al primer palo de Silva. Allí estaba Auzqui, cuya principal virtud no es precisamente el despeje. El platense pifió su rechazo, con tanta mala suerte que el balón fue hacia el lugar que Silva había dejado a cargo de la barrera. Lanús se ponía en ventaja.Estudiantes, que ya sabe lo que es perder fuera de su casa (cayó en Sarandí, ante Arsenal, en la primera jornada), estaba obligado a...