Participación, cultura política y educación en Argentina

AutorMaría Eugenia Romero

La mente humana se encuentra ligada a una forma determinada de ver e interpretar la realidad representada por los símbolos, compartidos por los miembros de una comunidad cultural ubicada en un tiempo y espacio determinados.

Tal como lo menciona Jerome Bruner, existen diferentes enfoques para definir cultura, según se la visualice desde la perspectiva de la filosofía social, la sociología, la antropología o las ciencias políticas.

La Cultura está integrada por el conjunto de los símbolos, signos y creencias compartidos, los valores, aspiraciones e ideales, y las ciencias, artes y las técnicas que se transmiten de generación en generación.

El culturalismo busca integrar consideraciones de la psicología, la antropología la filosofía y de las ciencias humanas en general, de las que no puede excluirse la política como ciencia y objeto real signado por el conflicto y el antagonismo en la lucha por el poder.

El antagonismo, es decir, la rivalidad u oposición sustancial de opiniones, es una constante de nuestras sociedades actuales y se expresa en un conjunto de prácticas e instituciones que conforman un orden determinado para nuestra convivencia.

Hoy a los argentinos nos preocupa la falta de compromiso y la escasa participación social, encontrar su origen nos conduce a nuestra cultura política, entendiendo que es el conjunto de creencias, vivencias, prácticas, símbolos compartidos, hechos y procesos históricos, situaciones de conflictos, acuerdos, disputas y enfrentamientos que forman parte del imaginario social, una particular forma de interpretar la realidad, donde la educación juega un rol determinante.

Como bien expone Luis Alberto Romero, el conjunto de ideas que forman parte de nuestra cultura política compleja y contradictoria, encuentran su razón en gran medida en nuestra educación arraigada en los manuales de Historia, Geografía y Civismo.

Desde los textos escolares se ha ido construyendo los conceptos de identidad cultural y ciudadanía en estrecha relación con nuestro pasado heroico y la defensa de nuestro territorio.

Desde una perspectiva que destaca el protagonismo de las Fuerzas Armadas y la Iglesia, al tiempo que exalta los elementos de la cultura que derivan en una concepción del ciudadano como parte de una sociedad homogénea, la democracia queda definida como una unidad espiritual entre el líder político como conductor y lo pueblo que lo sigue.

En opinión de Luis Alberto Romero, nuestra cultura nos demuestra que tal de la...

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