Y ParÍs se arrodilla ante ti...

PARÍS.- La lluvia hace una tregua por un instante. Se apiada de todos los que poblaron el Philippe Chatrier. Se cierran los paraguas. Cesa el viento. Novak Djokovic, con aspecto tenso, camina sobre la cornisa; saca 30-40, 5-6 en el cuarto set. Falla el primer saque. Aumentan sus nervios, se seca el sudor. Del otro lado hay una fiera con los colmillos afilados, Rafael Nadal, que esperó toda su vida este momento. El serbio sabe que no puede dar un paso más en falso. Pero su segundo servicio vuelve a ser malo. Y el español, automáticamente, se convierte en leyenda, se consagra por séptima vez en Roland Garros, algo nunca logrado por nadie.El mallorquín se derrumba, llora, se tapa las lágrimas con los dedos encintados por tantas ampollas, se levanta de un salto y trepa los casi dos metros de la pared del palco oficial. Rompe con el protocolo. Va en busca de su equipo de trabajo y de su madre, Ana María, que está emocionada, sollozando abrazada a la otra luz de su vida, su hija María Isabel. Rafa va saltando, escalón tras escalón, entre la gente, que le palmea la espalda, le toma fotografías. Hasta que llega al paraíso, al afecto de su grupo más íntimo. Todos se le cuelgan de los hombros, todos lloran, gritan, levantan los brazos, nadie oculta la euforia ni el gran orgullo de llevar el apellido Nadal. María Francisca Perelló, la novia de perfil muy bajo del héroe, besa a su amor. Rafa no lo puede creer. Se estruja sentidamente con su tío Toni, el mentor de la máquina. También el basquetbolista Pau Gasol, que lo supera unos 30 centímetros en altura, lo abraza como si fuera un niño.El zurdo vuelve a la cancha, salta la pared que minutos antes había escalado. Recibe la Copa de los Mosqueteros de manos del sueco Mats Wilander, que está en el mismo lugar donde hace 30 años derrotó en la final a Vilas. Rafa abraza el trofeo, lo besa, lo muerde, como ya es una tradición en él. Djokovic, buen perdedor, felicita al ganador. Suena el himno español en París. La batalla está ganada, el objetivo está cumplido.Sólo 26 años tiene Nadal, los festejó hace un puñado de días. Y ya obtuvo 11 Grand Slams, la misma cantidad que Rod Laver y Björn Borg, precisamente el hombre que desde ayer quedó por debajo del récord de Rafa en títulos en Bois de Boulogne, con seis. Tiene tan sólo 26 años el español y un palmarés asombroso, producto, claro, de su mente de acero, de su brazo izquierdo de oro, de sus piernas inagotables, de su fortaleza anímica, de su facultad para el trabajo y la...

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